Nov 13 2012

Museo Picasso Málaga. Hasta el 10/02/2013.

cuadro de solana, máscaras

Factor Grotesco en el Museo Picasso de Málaga hasta febrero

Texto: José Antonio Martín Santos | Fotos: web y Museo Picasso Málaga

El factor grotesco: título cinematográfico, de puro género negro. El lado oscuro de la naturaleza humana, la fealdad. Lo innombrable, lo híbrido, lo absurdo. Porque parece que de eso va la propuesta expositiva. Indagar que han visto los artistas cuando han mirado en el lado oscuro del hombre, de la sociedad.

Lo grotesco surge históricamente en el siglo XV tras el descubrimiento de la Domus Áurea (palacio de Nerón, s.I d.C.) que, al descubrirse se confunde con una gruta (gruttesco, de la gruta). La Domus Áurea, como estancias privadas, estaban decoradas con muchos elementos ornamentales de carácter fantasioso, “personajes” híbridos mezcla de hombre y animal, plantas, etc. Esa es la primera acepción del término grotesco. Lo decorativo, fantasioso y absurdo. Ejemplo de ello tenemos en nuestra exposición en las ilustraciones de Enea Vico.

Lo grotesco también es una forma de mirar lo que muchos artistas han mirado a lo largo de los siglos. Lo exagerado, lo deforme, lo injusto, lo ofensivo, lo incomprensible. Todo lo deforme, sobre todo lo que está bajo la capa de la normalidad.

pintura de Mujer Barbuda de Sánchez CotánYa lo descubrió da Vinci, lo feo es lo natural deformado. Quizás por ello los dibujos de da Vinci son los primeros que vemos al introducirnos por la entrada a la gruta-exposición. Por vez primera  la fealdad, como tal, se coloca junto a la belleza. O quizás debamos decir lo deformado se extrae de lo normal mediante la exageración de sus partes. La fealdad está escondida en la belleza.

¿Pero como llamar a los personajes que habitan en los cuadros del Bosco o de Bruegel? ¿Grotescos? A nuestros ojos sin lugar a dudas. Hombres peces, mujeres que tienen como cabellera una cabaña, animales con cabezas humanas, absurdo, grotesco al fin. Pero los personajes del Bosco, o los de Bruegel que en apariencia eran grotescos, no lo eran así para sus contemporáneos, ni pueden serlo con rigor histórico. Los monstruos que vemos en esas pinturas son pecadores condenados al infierno, casi mejor decir que son los pecados. Hoy vemos monstruos, ayer vieron pecados, avisos de condenación eterna. Propaganda de la Iglesia. Visiones de una sociedad antigua. A propósito ¿no os parece que esas visiones antiguas están volviendo por la puerta de atrás a nuestro mundo?.

Lo expuesto es un “totum revolutum” unido por un hilo de sedal fuerte y casi invisible. Una red que atrapa, pues por feas que sean las realidades que representan las obras expuestas, ya lo dijo Duchamp, una vez adecuadamente expuestas y contempladas se convierten en hermosas. La mujer barbuda de Sánchez Cotán, los enanos de Velázquez dibujados por Ribera, no son grotescos o monstruosos en sentido moderno. Son entrañables, sinceros, no engañan aunque se saben deformes. Son realistas y fueron físicamente reales.

Y en eso estábamos cuando aparece lo moderno, Messerchmidt, Boilly,  que hacen más explícitas aún las enseñanzas de Leonardo. Estiremos los gestos, las narices, el entrecejo y saldrán nuestros monstruos. Los que llevamos dentro.

Espléndido otoño cultural este que vivimos en Málaga. Más de 240 obras de artistas “prime time” y clásicos de la serie B. El mundo moderno, ese que explotó en dos guerras mundiales, movimientos de liberación, revoluciones proletarias, movimientos fascistas, paraísos comunistas. Promesas de riquezas sin fin: al fin,  miseria y millones de muertos. Así que ¿Qué queremos que pinten Grosz, Dix, Magritte, Gutiérrez Solana, y tantos otros?

imagen de la obra Muñeca de Hans BellmerDecíamos arriba que este otoño cultural que vivimos en Málaga es espléndido, inusitado, casi desconcertante con las penurias y miserias de nuestro presente. Teatro, Jazz, Clásica, Literatura, de todo un poco y bueno.

Lo mejor por méritos propios es la propuesta del Museo Picasso Málaga: el factor grotesco. Bueno, pues si ven la planta baja de la exposición cuando ya se están marchando, cuando parece que no veremos más, al final de los surrealistas y expresionistas, volverán a contemplar muchos quilates, quilates de violencia interior, de dolor, tristeza, sufrimiento. Quilates de arte grande. Como desde nunca hemos visto aquí. Rainer, Cindy Sherman (¡que espléndida payaso!, ¿la única mujer en tantos siglos?¡que mundo!), Juan Muñoz, Bill Viola, Jeff Wall, Paula Rego, Schütte.

Y cómo no, don Pablo Picasso.

En resumen una exposición fantasiosa, híbrida, imposible, innombrable, pero nada oscura, ni perversa, ni decorativa, absurda u ornamental. Y por supuesto útil, precisa, expresiva, pero no grotesca. Los grotescos somos nosotros.

Que la disfruten. Pero piensen en el dolor que hubo tras cada uno de los hombres y mujeres cuando hicieron esas obras.

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