Texto: José Antonio Martín Santos. Imágenes: GACMA y José Antonio Martín Santos.
Tener menos de 35 años y ser llamado artista emergente es una circunstancia. No te hace bueno ni mejor. Pero en el año 2014 ser artista con menos de 35 años supone tener una formación sólida, poco miedo a salir al público y ningún miedo a caerte, porque estás abajo. Con frecuencia llamamos a los actos y exposiciones que se organizan para artistas jóvenes: radiografías, cartografías, itinerarios. Son términos que expresan una realidad casi geográfica. Un mapa, un territorio, en este caso el del arte hecho por jóvenes en sentido estrictamente biográfico. Que eso viene a ser la valor actual del término "arte emergente".
Hace ahora algo más de un año en la Sala Cruzcampo, el Ayuntamiento abría con 14 jóvenes una exposición estupendamente comisariada por Noelia Gacía Bandera, sobre lo que hacían los emergentes jóvenes. Antes de eso, algunos premios, algunas exposiciones colectivas, habían ido jalonando un breve relato de lo que hacían muchos jóvenes que querían dedicarse a la creación artística como proyecto vital. Hoy 23 jóvenes artistas, muchos de ellos solo artistas, presentan en GACMA, una galería en el extraradio, lejana y valiente, algo de su producción reciente. Esta producción, Under 35, se hace aspirando a presentar una selección pequeña de la obra reciente de artistas en base a criterios de edad, de calidad y de referencias cruzadas.
Vimos y recordamos la obra que Violeta Niebla presentó recientemenete en Procesos Cruzados. La Nada, dos manos reciben una luz cálida en medio de la oscuridad absoluta. ¡Cómo no pensar en metáforas de artistas y el mundo! Vimos a Ignacio Estudillo y Laura Franco, recientes triunfadores con la aventura de financiación popular de su Cienfuegos. Laura con su políptico Los Fetiches, fragmentos mínimos de la realidad cotidiana. Huellas de nuestro paso. Ignacio Estudillo con Naturalezas un espacio deshabitado y frio. Vimos la profunda, enigmática, refrescante y clara obra de Beatriz Ros Triticum. Vimos las carceles de Alba Blanco, esos cubos transparentes. En ellos, al igual que en las carceles, los que están son vistos, pensados, analizados. Y no saben que ellos y sus actos son conocidos y conducidos. Vimos él ábaco de Luis Alhama en el que somo contados y sumados, y al fin numerados como lo que somos, cuentas de un monopoly inmenso. Vimos la realidad diluida a líneas cromáticas de Federico Miró. Y el vídeo de Florencia Rojas. La estatua. Nos dolieron las articulaciones de su bailarina como si fueran nuestras. De Erika Pardo vimos Weapons dibujos de material de obstreticia y ginecología que evocan la difcultad del nacer o, quizás, el miedo al alumbramiento. De José Mª Escalona, La cavidad, la muerte y sus huellas.
Y así Luis Alhama, y su Ábaco, Javier Artero, Ana Castillo, María Dávila, Dadi Dreucol, Verónica Ruth y su Familia, Cyro García, Lola Guerrera, Malaventura, el hermoso nombre artístico de Fernando García Tamajón, Jesús Nido Salvador Nuñez, Alicia Roy y David Villaba.
Todo eso y más que no menciono porque debo volver a verlo, necesito, y es la única pega que voy a poner, una sala aún más grande que la actual. Porque las obras necesitan respirar. Y sus autores, o autoras, vender. Por cierto, los vídeos necesitaban mejor iluminación. Los organizadores perfectos.
#Under 35
GACMA. Calle Fidias 48. Polígono Santa Bárbara
Del 25 de Abril al 25 de Junio de 2014