24/10/2018. Teatro Echegaray. Ciclo de Danza 2018.
Texto: Cristina Sirur-Flores | Fotos: Promocionales / TE
“ Aveces me pregunto cómo sería yo si no tuviera miedo. Cómo sería mi voz y el movimiento de mis manos, y el balancearse mi cuerpo al caminar…”
Impresionantes palabras de Fernando López, de esas que con las prisas de la vida ni se nos ocurre este planteamiento. Bailaor y filósofo, desde 2009 desarrolla su propio proyecto coreográfico colaborando en paralelo con otros artistas como Belén Maya, Olga Pericet, Juan Carlos Lérida y Elia Rodière. Actualmente compagina la creación con la investigación académica y la docencia. Publica un ensayo en el que analiza las estrategias empleadas por el mundo jondo para ocultar su homosexualidad. Constituye la cúspide de un proyecto de investigación teórico.-práctico llevado a cabo en la Universidad de París Vlll en torno a la masculinidad en el baile flamenco, la relación hombre-mujer, sus roles y la conexión entre género y la sexualidad. Su curriulum es mucho más amplio pero nos dedicaremos a contar lo que sentimos y vimos en Bailar en Hombre.
Todo el espectáculo fue un constante análisis sobre la evolución de los códigos de género y sexualidad dentro del flamenco, las relaciones entre hombre y mujer, la masculinidad y feminidad en una visión panorámica antes, durante y después del franquismo. Nada más levantar el telón, la puesta en escena, nos alertó de la naturalidad, profundidad y seriedad con que se trataría el tema o los temas en cuestión. Los movimientos del baile supieron transmitir la temática de la obra que según el mismo bailaor dejó bien claro: el arte no tiene sexo. Romper los estereotipos y dejar que la sensibilidad artística aflore con toda libertad, es uno de las propuestas.
Romper con el miedo es primordial para el desarrollo de nuestra personalidad, desbloquea nuestra mente y se nos abre un amplio abanico de posibilidades. No se trata de “salir del armario”, sino de ser lo que somos. Sin más.
Interesante la postura de nuestro filósofo-bailaor o viceversa, cuando nos cuenta de su propia experiencia que posiblemente encontró en la danza el sitio donde mejor podía expresar sus sentimientos.
En el baile todos los movimientos tienen que nacer de una necesidad de expresión artística y no de esteriotipos prefijados, la postura de las manos, el uso de las faldas y los mantones que sean de uso indistintamente si es hombre o mujer. El arte no tiene sexo.
Según sus propias palabras cuando pequeño sufrió bullyng por sus amaneramientos; no le interesaba lo mismo que a los otros niños y quizás este fue también uno de los motivos que le empujó a refugiarse en la danza para encontrar un lugar seguro para expresarse. El entorno artístico es más habitable para el que es “diferente” siempre que se cumplan algunas normas.
En el baile al hombre no se le permitía hacer florituras con las manos, mover las caderas o mantener el cuerpo erguido. Esto era terreno femenino según marcaban las reglas, y tal como nos dice Fernando el flamenco no es sensual como creemos. No hay contacto y solo se permite la sensualidad a las mujeres. El objeto del deseo son ellas.
Durante la actuación hemos podido ver en el escenario a un artista al desnudo volcando sus sentimientos en las tablas. Junto a su pareja de baile, Irene Hernández, pudimos disfrutar de dos artistas ejecutando una sevillana rompiendo lo establecido, marcando los compases, haciendo los giros precisos y moviéndose por el escenario dejando volar las palomas según los sentimientos los llevaba.
Según lo establecido se acepta el baile entre un hombre y una mujer, entre dos mujeres pero no entre dos hombres. No porque sean más benévolos con las mujeres, sino que ni se lo plantean. El arte no tiene sexo.
Terminada la función pudimos tener una comunicación verbal con nuestros artistas. Desde el público les lanzamos preguntas a las que ellos no tuvieron ningún reparo en contestar. De esta manera tuvimos la ocasión de saber y entender algo más y también enterarnos que al otro día Fernando daba una conferencia en El Pimpi sobre Travestismo, transformismo y homofobia.
Salimos del teatro con una sensación de total satisfacción. El Flamenco es enorme, hay lugar para todas y entre todas se puede hacer este arte mucho más grande dejando a un lado los prejuicios y las reglas establecidas. La mente abierta enriquece al artista y por ende al arte.
El arte no tiene sexo, solo es para quien lo pueda y quiera desarrollar.
Cía. Fernando López
Coreografía, dramaturgia y dirección: Fernando López
Interpretación: Fernando López e Irene Hernández