Teatro Cervantes. 18/12/2014
Siempre he respetado profundamente a quién se sube a un escenario ya que, por fortuna o por desgracia se lo que implica pero, por eso mismo, lo único que exijo cuando voy a ver un espectáculo es el mismo respeto hacia el público asistente.
Texto: Amelia Íñiguez | Fotos: Daniel Pérez / TC
El Ballet Imperial Ruso, se presenta como una gran compañía pero, tras el espectáculo, pudimos comprobar que no es así.
Entiendo que uno se tiene que publicitar bien para que la gente quiera ir a verlo pero el público no es necio. El programa de mano daba a entender que te esperaba una gran compañía en el escenario (En el programa citan a Maya Plisetskaya, estamos hablando de palabras mayores).
En el escenario conté 26 bailarines. Estos tenían que cubrir muchísimos papeles (dos y tres en el mismo acto) por lo que entiendo, que para poder hacer la función del Cascanueces necesiten colaborar con niños de las escuelas para los cambios de vestuario, etc. Pero si esa es la intención, lo primero que deberían de haber pensado es en darle algo de cohesión al espectáculo. Los niños aparecían vestidos puramente de carnaval, con disfraces de Peter Pan y princesas, nada acorde con los ropajes de la compañía y rompía todo vínculo entre ellos, haciendo que pareciera una actuación de final de curso de cualquier escuela más que la de una gran compañía.
Es cierto que algunos de los bailarines de la misma tenían una buena técnica pero fue una actuación que no iba en consonancia con el precio que cobraban por la entrada (54€, 40€, 29€ y 18€).
La adaptación de la obra fue tal que les faltaron personajes tan importantes como el Hada de Azúcar, variación que hizo el personaje de Clara, por cierto con muchísimos arreglos y nada parecida a la clásica de su coreógrafo original Marius Petipa.
Pienso que el coreógrafo, Gedemias Taranda, fue demasiado osado ya que esta obra es muy, muy conocida por todos y, aunque he visto mil versiones de la misma, esta no se parecía absolutamente en nada a la original por lo que, en vez de adaptación hubiera sido más acertado poner simplemente que la había coreografiado él.
La bailarina que interpretaba el papel de Clara (Masha en esta versión) era técnicamente buena pero hubo varios factores por lo que no pudo demostrarlo. Su partenair, estaba bastante nervioso haciéndole perder el eje en los giros y por otra parte la coreografía no ayudaba ya que se basaba simplemente en elevación de piernas y demostración de flexibilidad,…una pena.
El personaje del Cascanueces comenzó bien pero a medida que avanzaba la actuación fue perdiendo calidad. Mostraba cansancio y nerviosismo, sufrías en vez de disfrutar al verlo. En el paso a dos puso tanto dramatismo que por un momento pensé que estaba interpretando a un Romeo exageradamente afectado.
Sin embargo he de alabar la danza china y la rusa. En la primera las dos bailarinas la danzaron perfectamente sincronizadas. Ejecutaron los giros a la perfección y marcaron las posiciones claras con sus equilibrios y saltos correctos. Francamente, fue un soplo de aire fresco. La danza rusa, interpretada por una pareja. Iván Kapitonov estuvo muy bien. Elevo los saltos y giro perfectamente. Nos hizo pasar un ratito muy agradable. Su pareja tenía una coreografía muy sencilla pero la realizo con calidad técnica. (Yo no pedía más).
La danza de las flautas (Dance of Mirlitons) la conozco en muchísimas versiones pero esta fue un paso a dos muy poco afortunado con piruetas mal acabadas, posiciones poco definidas y equilibrios mal ejecutados.
Hago una mención a Drosselmeyer, el mago, que generalmente va enlazando toda la historia. Es un papel difícil de interpretar ya que debe tener un fuerte trabajo gestual. Suele estar interpretado por un hombre alto, que imponga y asuste un poco a los niños, al menos al principio de la obra. Este no estuvo muy conseguido. Abusaba del gesto de mímica típico en los ballets de revolotear las manos por encima de la cabeza que indica “vamos a bailar” y mímicamente no era muy claro como exige este papel.
El vestuario de la compañía en el primer acto era demasiado largo y les molestaba al moverse.
Tampoco estaba claro en que fecha se desarrollaba el ballet ya que los vestidos de las mujeres recordaban a la época rusa victoriana mientras que el de los hombres parecía del S. XVI (hasta llevaban el característico gorro de Enrique VIII).
Todos los factores influyen: la ropa, la calidad técnica de los bailarines, iluminación pero, sobre todo, la coreografía que fue lo que estropeo en demasía el espectáculo.
Me duele muchísimo hacer esta crítica negativa pero hay que tener en cuenta que hay muchísimas pequeñas compañías que trabajan muy duro por sacar grandes espectáculos adelante, con muy poco presupuesto, pero tratando con mucho respeto al público que desea verlos. Hubo muchos comentarios negativos a la salida. Deberíamos exigir como público un respeto ya que NO TODO VALE.
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