Lunes 24/11/2014. Teatro Cervantes
Texto: Françoise Chabassier | Fotos: Daniel Pérez / TC
La Bella Durmiente, segundo ballet compuesto por Tchaikovsky tras El lago de los Cisnes, fue encargado por el director de los Teatros Imperiales, Ivan Vsevolozhsky. Se estrenó en 1890. Se divide en tres actos, la coreografía es de Marius Petipa y el libreto se basa en la versión de los Hermanos Grimm del cuento de Perrault (1697). Bailado por todas las compañías en el mundo, el ballet, en el tercer acto, recrea otros cuentos de Perrault como El Gato con Botas, El Pájaro Azul y La Princesa Fiorina, Caperucita Roja...
La Bella Durmiente representa el conflicto entre dos fuerzas antagonistas: el bien encarnado por el Hada de las lilas y el mal simbolizado por el Hada Carabosse. Estas dos fuerzas se desarrollan a lo largo del ballet sirviendo de vínculo para la trama subyacente. Sin embargo, en el tercer acto, desaparecen para enfocar la acción sobre los personajes individuales de las diversas danzas de la corte.
Hassan Usmanov, director y bailarín, fusionó el ballet clásico y el patinaje artístico para representar La Bella Durmiente. Para realizar esta innovadora proeza, Hassan Usmanov, dividió el escenario del teatro. En la parte delantera, en la tradicional pista de linóleo, se situaron los bailarines y en el fondo, en una superficie de hielo sintético de seis metros de fondo, se movieron los patinadores. Esta composición entre los gráciles y depurados movimientos del ballet clásico y las piruetas del patinaje artístico hubiera podido resultar mágica y hermosa. La delicadeza y el lirismo de la danza clásica y las filigranas del patinaje artístico se hubieran fundido perfectamente. El juego de espejo de los patinadores artísticos y de la danza clásica, gracias a efectos de claroscuros o de gasas, hubiera dado la impresión de que el público estuviera contemplando unos bellos cuadros, como lo quería el director. Pero aquella noche pasó algo terrible, unos patinadores se cayeron. Luego cometieron errores dignos de principiantes e imperdonables con profesionales de este nivel. Daba la sensación de que el escenario era demasiado pequeño y que los patinadores no tenían el espacio suficiente para realizar sus figuras. Todo esto, quitó mucho brío al ballet clásico y no se pudo disfrutar plenamente del espectáculo con el temor a que ocurriera algo. Menos mal que el cuerpo de ballet contaba con buenos bailarines. La primera bailarina, en el papel de Aurora, La Bella Durmiente, maravilló a los espectadores así como el príncipe Florimund o el Pájaro Azul. La maléfica Hada Carabosse fue genial.
Hay que añadir una mención especial para el vestuario que era magnífico y vistoso.
El Classical Russian Ballet fue fundado en Moscú en 2004 por Hassan Usmanov, director artístico de la compañía y bailarín principal. Hoy en día, está reconocido como una empresa altamente profesional. El grupo está formado por artistas consagrados y por jóvenes bailarines graduados de la Academia de Ballet Bolshoi, la Academia Vaganova y otras escuelas de danza de renombre de Rusia.
Todo hubiera podido ser perfecto, pero no lo fue, pasó algo aquella noche. Esta fusión, ballet clásico y patinaje artístico, es una excelente idea pero creo que no se puede representar en cualquier sitio, se necesita espacio porque si no se pierde la majestuosidad, la magia y el esplendor del espectáculo y se puede convertir en un circo.
Música P.I. Tchaikovsky
Libreto Vladimir Beghitchev / Vasili Geletzer
Coreografía Marius Petipa
Bailarín principal y director artístico: Hassan Usmanov
Duración: 2.00 h.