09/12/17. Teatro Cervantes.
Texto: Rosa Parra | Fotos: Beatrix Mexi Molnar
“Me encontré con un retrato de La Paula, fui absorbida totalmente por la expresión de sus ojos." La Lupi expresa así el nacimiento de su idea creadora, su inspiración y su necesidad de manifestar con su cuerpo y con su arte la vida de esta bailaora malagueña, de trágico final.
A partir de este encuentro con el retrato, Susana Lupiañez Pinto, La Lupi, crea una obra flamenca muy sobria, muy dramática, intensa y de gran calidad, en la que recrea la vida de la bailaora malagueña La Paula, que tenía su sede de baile en el mítico Café de Chinitas de la capital.
La Puesta en escena es continuamente construida y deconstruida por los intérpretes de la misma, que lo hacen sincronizados al compás, a la señal de un solo taconeo.
En realidad cuentan con pocos elementos escénicos: 10 sillas, una mesa y un lienzo blanco. Se inicia con lo que sería la abstracción de un tablao flamenco, con 10 sillas en hilera en un extremo de la escena, lo que parece un lienzo en blanco de mediano tamaño en el centro y que posteriormente es una mesa y otro más grande en el otro extremo que sirve como pantalla de sombras traslucidas, como guardarropa y como lugar fuera del tablao.
El espectáculo comienza en silencio con sólo dos bailaoras trabajando en espejo y en contraposición. La Lupi, descalza, es una de ellas.
El inicio ya presagia la tragedia. El zapateo sordo y las manos de las bailaoras, que más que bailar simulan que bailan, retratan con expresividad una lucha interior....la misma que al final del espectáculo acaba con la Paula loca y en silla de ruedas. Durante toda la obra el violín de Nelson Doblas, da un toque de nostalgia y ternura que te ata al recuerdo de quien no hemos conocido.
El espectáculo flamenco juega mucho con los silencios, que se hacen enormes y sobrecogedores. Aunque también hay momentos de alegrías, bulerías y tientos. Pero abundan más las soleás y los cantes serios. Por cierto, dentro de este tipo de cantes lo mejor de la función es una Saeta que canta Virginia Gámez desgarradoramente ante el Cautivo, el Cristo que procesiona los lunes santos en Málaga, y que cuenta con muchos devotos en la ciudad. Mientras, la Lupi con una bata de cola verde espléndida hace de Cristo y lo interpreta en sucesivas y diferentes estampas fijas enlazadas con braceo flamenco y meneos de la bata de cola.
Otro de los aciertos del espectáculo es el baile de Juan de Juan. Impresiona su fuerza, su coraje y su destreza. Baila a dos ritmos, a compás y a destiempo, lo que hace desgarrador su movimiento, a la vez que seductor y muy masculino. Él es la musa que hace perder la cabeza a la Paula. Y viéndolo bailar, se convierte en totalmente creíble su personaje.
Una función intensa, sentida y de homenaje a los artistas y personajes destacados malagueños a los que se menciona en un poema interpretado por Chelo Pantoja, que pone los pelos de punta y que mete en el mismo hatillo a los que triunfaron como Picasso o María Zambrano y a los que se quedaron en la sombra, pero colorearon de sensibilidad y arte la ciudad que los vio nacer y los acogió.
La Lupi se sabe arropar en sus espectáculos por verdaderos artistas, maestra de flamenco como ha sido y es, aunque ya no sea docente, sabe que eso hace enriquecer su espectáculo, convirtiéndolo en una verdadera joya del flamenco tradicional y evolucionado, con su característica forma de bailar, que la hace única. Su manejo del mantón y su plante en la escena llenan vacíos.
La Lupi, no decepcionó, el Teatro Cervantes lleno a rebosar, estuvo durante al menos diez minutos tocándole palmas por bulerías al acabar la representación, la emoción que transmitió al auditorio, la empatía con la que dio vida a la triste pero apasionada vida de la desgraciada Paula, que al fin es una bailaora como ella, inundó al público que solo supo agradecérselo aplaudiendo a rabiar.
Idea original, guión, coreografía y dirección La Lupi
Música Óscar Lago
Cante Alfredo Tejada, David Sánchez ‘El Galli’ y Chelo Pantoja
Guitarra y dirección musical Curro de María y Óscar Lago
Violín Nelson Doblas
Percusión David Galiano
Palmas y personaje Roberto Jaén
Artistas invitados Juan de Juan y Virgina Gámez
Dirección escénica Ángel Rojas