22/10/2016. Teatro Echegaray.
Texto: Manuel Malaka | Fotos: Marco Takashi
Luz Arcas es hoy por hoy una de las grandes figuras de la danza contemporánea. Con su compañía, La Phármaco, inauguró el Ciclo de Danza 2016 en el Teatro Echegaray de Málaga con su obra Kaspar Hauser. El huérfano de Europa.
En 2009 Luz funda la compañía de danza La Phármaco, junto a Abraham Gragera y Carlos González. Y en 2015 la bailarina y coreógrafa ganó el Premio del Teatro Andaluz y el Ojo Crítico de Danza, importantes premios que se unen a los muchos reconocimientos de público y crítica que ya posee esta malagueña en su carrera por todo el mundo.
Luz Arcas nos trae en esta ocasión un nuevo montaje en el que vuelve a sorprendernos con su valentía y su coraje para afrontar nuevos retos. Huye de los caminos trillados y busca horizontes nuevos, en este caso un solo de danza contemporánea, que firma y protagoniza. Está acompañada tan solo por un caballo de madera y la luz que la va iluminando. No necesita nada más para meterse en la piel de Kaspar Hauser, un misterioso joven que apareció en Nüremberg en 1828, y del que solo se supo que había vivido aislado del contacto con seres humanos.
Este caso, el mito del buen salvaje, despertó el interés público, y al joven se le bautizó como el huérfano de Europa (un título bastante sugerente en estos tiempos). Tras un proceso de adaptación, el chico fue integrándose poco a poco en la sociedad, demostrando una sensibilidad especial para las artes.
Cuando se apagan las luces y comienza el espectáculo, los movimientos se funden con la música en directo de Carlos González hasta tal punto de que el cuerpo de Luz es otro instrumento más, no musical, visual en este caso, en perfecta armonía con la música que va transcurriendo desde los sonidos más básicos de la percusión a las piezas más delicadas del piano. Más allá del disfrute estético de la danza y de las emociones que nos transmite, esta pieza busca inquietar de forma poética al espectador. Nos cuestiona sobre muchos temas como lo hizo el hecho real en el que se basa, temas como la soledad, la naturaleza del ser humano y la sociedad, o el sentido de nuestra existencia.
Este nuevo montaje nos muestra una vez más que las inquietudes que mueven a La Phármaco en sus coreografías son amplías, y van más allá de las meramente estéticas. En sus obras encontramos una gran dosis de poesía, de literatura, e incluso, como en este caso, de filosofía. Sin duda, es esta valentía y esta capacidad de trasladar a la danza y convertir en movimientos la poesía y los conflictos del ser humano, lo que hace especialmente interesante para el espectador el trabajo de La Phármaco y de Luz Arcas.
Luz inauguró así el Ciclo de Danza con una noche especialmente inolvidable. Con un teatro Echegaray lleno. Entre el público que llenó la sala, pudimos ver entre otros al escritor Antonio Soler. Y para terminar la función, para saber más, un coloquio final con sus protagonistas. Así que aunque Nuria Espert definía España como un país muy poco culto ese mismo sábado, tras recibir el Premio Príncipe de Asturias. Afirmación difícil de rebatir, y menos en estos tiempos en los que como ella misma decía, al teatro se le aplican los mismos impuestos que a los diamantes. Nosotros en la ciudad de Málaga, y gracias a Luz Arcas, tuvimos la ocasión de sentir que hay esperanza para la cultura en este país.
Coreografía e interpretación Luz Arcas
Composición e interpretación musical Carlos González
Dramaturgia y dirección Luz Arcas y Abraham Gragera
Colaboran Centro de Danza Canal, Comunidad de Madrid y Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España
Duración: 0.50 min. (s/i)