Feb 27 2018

El color del día. Cía Escena 10

El color del día, Cía Escena 10, Auditorio Edgar Neville, Fundación Isla Maciel, 23/02/2018. Auditorio Edgar Neville de la Diputación Provincial de Málaga. Representación a beneficio de la Fundación Isla Maciel.

Texto y fotos: Javier Rodríguez Barranco

Rojo es el color del día

El color del día, Cía Escena 10, Auditorio Edgar Neville, Fundación Isla Maciel, Recuerdo que cuando estudiaba Física en el instituto nos dijeron que no se pueden ver las fuerzas, sino tan sólo sus efectos. No vemos, por ejemplo, la fuerza del viento, pero sí las palmeras dobladas en la playa. No vemos la fuerza del jugador que ejecuta un libre directo, pero sí la pelota moviéndose. Y en ello consiste precisamente El color del día, de Héctor Oliboni: en ofrecer una situación cuya causa no presencia el espectador.

Pero ya llegaremos a eso, puesto que creo que debemos iniciar esta crónica recordando que la magnífica representación vivida en el Auditorio de la Diputación de Málaga fue a beneficio de la Fundación Isla Maciel en Argentina. De ahí que se iniciara todo con una palabras de Amor Olveira, que ocupa el cargo de representante en Málaga de dicha Fundación, y un vídeo del sacerdote español Francisco Olveira desde Argentina para saludar al público y mostrar el barrio en que transcurre su actividad social.

Nacida en 2011 e integrada por personas movilizadas por la solidaridad, busca alcanzar una vida mejor para quienes menos tienen. La Isla Maciel, barrio situado a la orilla del Riachuelo frente al famoso “Caminito” del barrio de la Boca y crecido a la luz del desarrollo productivo de mediados del siglo XX, que ha sufrido a lo largo de su historia diversas estigmatizaciones (burdel de la ciudad, triángulo de la muerte, etc.), es en realidad, un lugar de vidas, esfuerzos, mates y esperanzas.

En ese marco y en conjunto con el Proyecto Pibe, la Fundación Isla Maciel lleva adelante actividades fundadas en el trabajo comunitario, participativo, democrático, para mejorar las condiciones de vida de niños y familias que viven en situaciones de riesgo y vulneración de derechos.

Y la función en sí comienza con el violista David Campos y el cantante Bechi, con el telón tras ellos, interpretando de forma muy espiritualizada temas famosos en la voz de Elvis Presley como Always In My Mind, pero sobre todo el Love Me Tender, que es precisamente la canción que sirve de transición hacia la obra propiamente dicha. Luego, músico y cantante se quedan en el escenario como si fueran dos actores más e interpretan sus temas junto a las actrices, lo que constituye una originalísima puesta en escena, en la que, rompiendo los moldes de la preceptiva teatral clásica, lo primero que vemos es a Yolanda Núñez, en el papel de Melina, sentada en una silla de ruedas de espaldas a los espectadores. El color del día, Cía Escena 10, Auditorio Edgar Neville, Fundación Isla Maciel,

Adaptada por Mayka Iglesias, que da vida a Cecilia en escena, lo que esta pieza de Oliboni, alguien que se presenta a sí mismo como un psicólogo social, amén de un sinfín de otras cualidades difícilmente superables, muestra son los amores que alejan y los desamores que aproximan, mediante un elenco de dos únicos caracteres, coronado todo ello por un cuadro donde impera el rojo, pues no es otro el color del crepúsculo.

Muy meritorio me parece que la historia, que es el efecto de unas historias que no se ven, se ofrece estratificada en porciones temporales en diferentes momentos de la vida de los personajes, de tal modo que la diacronía se construye sobre diferentes secciones sincrónicas y creo que esta disección del tiempo en diferentes planos de las almas de las dos únicas mujeres en escena es lo más creativo de la obra que nos ocupa, sobre todo cuando la narración no sigue el orden cronológico de los acontecimientos, sino que va del presente al pasado, para finalizar en el futuro.

En cuanto al trabajo actoral, con la natural modestia que me caracteriza, por supuesto, he tenido la inmensa fortuna de asistir a los inicios teatrales de Yolanda y de Mayka y constituye hondo momento de satisfacción comprobar que ya han alcanzado la madurez interpretativa.

Pero esta crónica no quedaría completa si no hiciera mención especial del excelente trabajo de dirección escénica de Gloria López Montes, pues tampoco es como para tirar cohetes la obra de Oliboni (poco más que una pieza de microteatro), pero Gloria aceptó el desafío y de su talento se logró dar solidez, inspiración y creatividad a la representación, enfatizando los momentos más intensos del drama, incorporando una selección exquisita de temas musicales, convenientemente arreglados para la ocasión, dotando a los personajes de singularidad afectiva, etcétera: es de sobra conocido que de una novela mediocre puede hacerse una gran película y ése ha sido el trabajo de Gloria para la puesta en escena de El color del día.

¿Qué queda de todo eso? Quiero decir, ¿dónde van a parar nuestras penas, si retomamos el sentido de la trama? Probablemente a una silla de ruedas en una sala donde las plantas se mueren. ¿Senderitos de arrabal? ¿Ondulaciones de tango? ¿El ocaso de las ilusiones? Pues quizá.

Y es que ya lo decíamos al principio: no vemos el paso del tiempo, pero lo cierto es que los días se acaban.

El color del día, Cía Escena 10, Auditorio Edgar Neville, Fundación Isla Maciel,