30/01/2019. Teatro Cervantes. 36 Festival de Teatro de Málaga.
Texto: M. Carmen Sánchez | Fotos: Promocionales / Sergio Parra
¡Qué lección de Historia, literatura y vida nos regaló el enorme actor José Luis Gómez en apenas una hora y diez minutos de representación! Qué público más entregado y respetuoso ante la maestría de uno de los grandes veteranos de la escena española y ante uno de los grandes autores del siglo XX: Miguel de Unamuno.
Era de esperar que las personas que acudieron un frío miércoles de enero al Cervantes, fueran conocedoras de la vida y obra de don Miguel y, sobre todo, de la célebre sentencia que da título a la obra. Se dice que la frase “Venceréis pero no convenceréis” fue pronunciada por Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde era rector. Era el 12 de octubre de 1936 y se celebraba el Día de la Raza con asistentes como la esposa del general Franco, Carmen Polo de Franco y el general Millán-Astray entre otras personalidades. Esta frase, como un profético futuro, iba dirigida al general de los sublevados, al que se le atribuye la inaudita respuesta: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”.
Era un ser contradictorio y cambiante: católico/antirreligioso, europeísta/españolista… Vivió inmerso en la duda y sufrió toda su vida, especialmente, los meses de 1936, (murió, bajo arresto domiciliario, en diciembre del mismo año). La idea de José Luis Gómez, como director de la obra y de Carl Fillion como codirector, es plasmar en escena ese tiempo de “Guerra Incivil” (así la llamaba Unamuno), rescatar la historia de este polemista incansable a través de un actor que lucha por comprender, desde nuestros días, los tiempos de la mayor tragedia de la Historia española. Porque una guerra no surge de la nada. A José Luis Gómez le ha empujado a representar esta obra un “impulso civil”, especialmente agravado por el clima social y político que se vive actualmente en España, al mismo tiempo que su fascinación por el ilustre bilbaíno que mantuvo una actitud combativa toda su vida a la vez que una inmensa fragilidad. Pura contradicción.
Carl Fillion, además de codirector, diseña una escenografía austera a la par que productiva: los dos tiempos históricos (el contemporáneo y 1936) se resuelven con el juego de un gran espejo con luces, similar al de un camerino. Allí, el actor ensaya su texto al lado de una mesa y una silla. Como espectadores, en ningún momento nos percatamos de que solo hay un actor en la obra, que es José Luis Gómez: ya sea por el reflejo en el espejo o por el ingenioso sistema de traernos al propio Unamuno (José Luis Gómez también) mediante videomontaje, como un holograma, al otro lado del espejo. Así aparecerán otros personajes con voz propia como la criada que le cuenta las atrocidades y matanzas que ya se están cometiendo, su nieto Miguelín o su querida esposa Concha. El espejo da la vuelta en varias ocasiones para transportarnos a 1936 con Unamuno.
La asombrosa contemporaneidad de esta obraQue don Miguel de Unamuno y su pensamiento están de total actualidad, no cabe duda en los tiempos que corren. Este 2019 se estrenará la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra, que tratará de estos mismos últimos meses de la vida de Unamuno, como en nuestra obra teatral. Y muy recomendable La isla del viento (Manuel Menchón) de 2015, protagonizada por el propio José Luis Gómez.
Lo que algunos “han dado en llamar la anti-España, no es sino otra cara de la misma España que nos une a todos con nuestras fecundas adversidades mutuas”. Juzguen la asombrosa contemporaneidad de esta obra indiscutiblemente necesaria en el siglo XXI.
A partir de textos de Miguel de Unamuno
Dirección de Carl Fillion y José Luis Gómez
Con José Luis Gómez
Escenografía de Carl Fillion
Una coproducción de Teatro de La Abadía, Universidad de Salamanca y Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes
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