03/12/2019. Teatro Echegaray. Factoría Echegaray.
Texto: Cristina Gandarias| Fotos: Daniel Pérez/TE
De como hacer obras como churros o Factoría EchegaraySe dice que es una necedad hacer lo mismo esperando obtener un resultado diferente, pues esto es lo que ocurre una y otra vez en esta productora municipal que lejos de aportar caché cultural a una ciudad que presume de ello, no hace ni el más mínimo ejercicio de autocrítica para conseguir calidad en sus producciones, y si la hacen desde luego que lo disimulan bien.
Siento empezar esta crónica de una manera tan directa y dura, pero es que todo tiene un límite, y no es porque la última obra que han estrenado esté mejor o peor, que ahora pasaré a darles mis impresiones y a analizar el estreno, es porque nuevamente la obra no está a la altura mínima exigible al presupuesto que se utiliza para ello.
Conozco bien las obras de Factoría Echegaray, incluso alguna de ellas las distribuyo comercialmente. Me he tomado la molestia de contar el número de producciones que se han realizado desde el inicio de este proyecto. Son 24, de las cuales solamente a una no pude asistir, el resto las he visto todas y además he seguido la trayectoria que tienen una vez terminan su temporada en el Echegaray. Pues bien de esas 24 han salido de su cuna, tres de las cuatro piezas de danza y 4 o 5 de las 20 piezas de teatro. ¿A nadie le llama la atención? ¿Soy la única que piensa que algo no se está haciendo bien?
Los estrenos de Factoría se han convertido en un punto de encuentro de los profesionales de las artes escénicas malagueñas, nos vemos, nos besamos, nos abrazamos, nos reímos, nos ponemos al día, es muy agradable el ambiente que hay en la entrada. Luego comienza la obra y a la salida, llegan las caras de disimulo, los comentarios en voz baja y teniendo cuidado de no dañar a nadie que está en su noche de estreno, nos tomamos algo en el cóctel que se ofrece y poco a poco recuperamos las conversaciones, las risas y nos volvemos a casa, pero sin la emoción de haber visto una obra digna.
Vayamos a esta obra. La isla del aire es una historia muy potente de cinco mujeres que representan tres generaciones de supervivientes, cada cual con sus heridas, físicas y/o emocionales. Mujeres que parece que genéticamente están configuradas para ser abandonadas por sus maridos. Caracteres fuertes y débiles, sumisos y rebeldes, de los cuales me gusta pensar, que con un par de semanas más de buscar y jugar con esos personajes nos hubieran estremecido. No fue así, por lo menos a los que no éramos allegados al equipo artístico, y según lo que pude testar con otras personas allí presentes. En lo que siempre hay que ponerle una nota alta a estas obras es en la parte técnica. Tanto de la escenografía como del diseño de luces si se puede presumir de haber llevado a cabo una buena ejecución. Una lástima que la sensación de los asiduos a este teatro podamos disfrutar tan pocas veces de un trabajo bien hecho en toda su plenitud. Esperaremos al siguiente estreno, quien sabe, a lo mejor es el bueno.
Factoría Echegaray
Dirección Jorge Torres
Texto Alejandro Palomas
Intérpretes Ana Ibáñez [Mencía] - Itziar Luengo [Beatriz] - Montse Peidro [Lía] - María Martínez de Tejada [Flavia] - Celia Pérez [Inés]
Iluminación Michael Collis
Escenografía Javier Ruiz de Alegría
Composición musical Israel López Estelche
Espacio sonoro Arsenio Fernández
Diseño de vestuario Paloma Molino
Asesoría texto Laura Esteban
Voz Helena y cantante Helena Alonso
Ayudante de dirección Susana Vergara
Agradecimientos José Carlos Plaza, Marina Inchauspe, Cocó Jiménez, Begoña Frutos, Elena Olmos, Zaira Montes, María Arjona, José Armando Corona, Anna Domingo, Rocío Vidal y CajaNegra Tam
Producción ejecutiva Stroke 114
Equipo técnico Factoría Echegaray
Comentarios
He de decir algo ya, porque la endogamia malagueña me está quemando por dentro. Las opiniones artísticas son personales (es lo bueno o malo de éste campo), pero el rigor profesional es harina de otro costal.
Yo me considero malagueño por tres costados, ya que nací en otro país, pero me crié en Estepona desde mi más tierna infancia. Estudié y me licencié en la malagueña ESAD, luego me exilié a mi país de nacimiento para estudiar iluminación y, por último, recabe en la capital, para trabajar en el Coliseo operístico de la Plaza de Oriente durante los últimos 22 años.
Creo que algo del cómo debiera funcionar el teatro profesional sé.
En Málaga, en general, por desgracia no lo sabéis.