16/04/2021. Centro Cultural María Victoria Atencia (MVA)
Texto: Mariola Aguilar l Fotos: A.L.
Nuestro querido y camaleónico compañero Antonio Zafra fue el Rey Lear este pasado viernes en el Teatro MVA de Ollerías, dentro de un nuevo ciclo de Teatro Clásico que ofrece Diputación de Málaga. Antonio está viviendo un momento muy especial, y es que a pesar de la crisis que vive la cultura, él acaba de recibir el premio Ateneo de Teatro. Un gran reconocimiento merecido para un cómico que no lo ha tenido fácil y que ha peleado cada minuto del partido con vocación y amor por su profesión.
Una estupenda iniciativa apostar por el teatro, que desde Aforo Libre solo podemos aplaudir. La idea de acercar el teatro clásico y difundir ese rico patrimonio teatral nos parece una estupenda iniciativa, casi una obligación hoy. Los clásicos de siempre del teatro recorrerán Málaga, ya que se han programado siete funciones, tres en el MVA, y cuatro en municipios de la provincia.
Las entradas del primer espectáculo y estreno: Lear, se agotaron rápidamente. Eso nos hace ver la gran demanda de cultura que existe. Evidentemente el teatro clásico tiene público. Está claro que se debe hacer accesible a todos, en este caso con entradas gratuitas, dando así difusión a la cultura, al teatro, y también respaldo a sus profesionales, a nuestros cómicos.
La otra mitad de este Lear es un periodista que lleva años narrando la cultura en nuestra provincia, y que hace ya tiempo cruzó al otro lado del espejo para crear, Pablo Bujalance. El autor y periodista malagueño ha sido actualidad hace solo unos días presentando en la Librería Luces: Los relojes de río (Ediciones En Huida), su última obra, versos que hablan de tiempo y personas.
No es fácil digerir a Shakespeare en el siglo XXI con sus intrigas, deslealtades y traiciones. Y menos sencillo aún es poner a toda una sala en pie frente al trabajo bien hecho. La propuesta escénica de Pablo Bujalance nos adentra en la esencia del texto shakespeariano, prescindiendo de todo aquello que no es absolutamente necesario para comprender a cada personaje con sus temores y ruindades, sin olvidar los guiños de humor a un público cómplice que aligeran la obra. Antonio Zafra se transforma en un sin fin de personajes introducidos previamente por el narrador, a su vez interpretado por él mismo. No en vano, la valía interpretativa del actor fue premiada por el Ateneo de Málaga por otra obra que continúa su recorrido: Oye, escucha.
Lear nos enfrenta al lado más oscuro de la condición humana con una pregunta que abre la caja de Pandora al pedir el Rey a sus hijas una declaración de afecto hacia él. Al no escuchar lo esperado de su hija menor, Cordelia, comienza el error inicial que desembocará en la tragedia. Cada personaje, en apenas unos minutos, desentraña sus miserias en la lucha y ambición por el poder. Paralelamente, otra trama de deslealtades se va urdiendo en torno al conde de Kent disfrazado para no ser reconocido. El ritmo de la escena se atempera con la entrada del bufón con dejé andaluz y acompañamiento musical a la guitarra y percusión del propio Bujalance. En este carnaval de traiciones, sólo la muerte puede ser freno. Un Rey Lear abandonado y enloquecido recupera momentáneamente su lucidez al ser consciente del amor de su hija Cornelia, a quien había repudiado. Sin embargo, llega demasiado tarde y encuentra su cuerpo ajusticiado en la prisión. Sólo le queda esperar su propia muerte como colofón de su veredicto equivocado.
En el texto original de Shakespeare, la Naturaleza se convierte en un elemento clave en el curso de los acontecimientos. En la adaptación de Bujalance esa tensión dramática sobre el sobrio escenario, se teje con las notas repetitivas de Bach a la viola bajo la interpretación de José Antonio Villodres y el propio dramaturgo a la guitarra y percusión. Tan sólo un gesto del actor para mover la bombilla colgada del cable eléctrico representa esa fuerza de los elementos naturales.
A la complejidad de la interpretación múltiple, se suma la adaptación en pantalla a subtítulos y al lenguaje de signos, también interpretado por Antonio Zafra, permitiendo, ¡por fin y una vez más en sus trabajos!, acercar el Teatro a personas sordas o con problemas auditivos.
La programación del Centro MVA sigue manteniendo bien alto el listón acogiendo obras de este calibre.
Nuestra profunda felicitación por el buen trabajo... ¡Larga vida a Lear! ¡larga vida al teatro!