24/01/2022. 39 Festival de Teatro de Málaga. Teatro Cervantes
Texto: Carmen Titos | Fotografías: Promocionales
Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán se admiraron mutuamente, cultivaron una amistad intelectual que más tarde derivó en una relación de amantes, compartieron encuentros y viajes al extranjero e intercambiaron correspondencia en la que se refleja una intensa conexión literaria y sentimental.
La autora de Los Pazos de Ulloa envió más de 90 cartas a Galdós durante 32 años y las epístolas conocidas se encuentran reunidas en el título Miquiño mío. Las misivas que el escritor canario envió a la novelista gallega no se han encontrado y en la obra se especula acerca de las hipótesis sobre su desaparición (desde un incendio hasta que fueron destruidas por Carmen Polo por considerarlas indecentes cuando los Franco se apropiaron del Pazo de Meirás).
Goyanes y Caba reflexionan sobre la apasionada relación de los dos literatos en una obra que apuesta por la metateatralidad. El vínculo entre los dos curtidos actores y la relación entre los dos grandes escritores se solapa y se confunde. Emilia y Benito, María José y Emilio, se mueven intencionalmente en el límite entre persona y personaje. Los actores analizan la documentación histórica, pactan la puesta en escena y se implican en el juego. Interpretan a varios personajes, recrean magistralmente a Franco y Carmen Polo, así como al corredor inmobiliario y la compradora del Pazo de Meirás durante la democracia interesada en las cartas, se pone de manifiesto el carácter de Galdós y Pardo Bazán, él tímido y apocado, ella arrojada y pasional. Finalmente, se muestran ellos mismos.
Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes se exponen también como actores que encumbran una gran trayectoria, se muestran vulnerables y homenajean a los dos grandes escritores situándolos en el final de su trayectoria, observándolos desde su madurez, tras sus centenarios. Los intérpretes conservan sus poderosas y cautivadoras voces, aunque en ocasiones vacilan y se solapan, pero nunca pierden el cariño de un público que llena el Teatro Cervantes, los arropa, los aplaude, los adora.
Honra a la pluma de los autores que recrea. Comienza con referencias a El amigo manso de Galdós, Pardo Bazán se refiere a su colega de generación como un diluvio literario sin el cual el siglo XIX hubiera sido “un secarral”. Sobre su insidia verbal, atrevimiento y falta de reparo expone: “El muy ladino como es escritor dice todo lo que un cristiano puede soportar”.
En la obra se desvela el artificio escénico, los intérpretes reflexionan sobre la práctica escénica, y también se exponen los subterfugios de las cuestiones literarias. Se trata, de este modo, de una obra metateatral y metaliteraria, se refleja la tensa relación de Pardo Bazán y Galdós con la Real Academia Española de la que la coruñesa fue rechazada tres veces.
La escritora, firme defensora de la igualdad, critica ácidamente que las mujeres solo son bienvenidas a la Academia para fregar. Por otra parte, la mentalidad conservadora de los académicos también bloqueó la entrada a Galdós, afín a las posturas liberales. Pardo Bazán llama a sus rivales "garrápatas" pues merecen un insulto esdrújulo con falta ortográfica.
Finalmente, los espectadores podemos oír estremecidos fragmentos de las maravillosas cartas, en las que sorprende la fuerza con la que Pardo Bazán expone sus deseos y el placer femenino. Desfilan la gracia, el erotismo, el dominio del lenguaje, la picardía y la osadía. En un final que consigue despertar la emoción sublime ante una encendida pasión entre dos figuras muy queridas de la literatura española.
Compañía Salvador Collado
Autor y dirección Alfonso Zurro
Con María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba
1.15 h (s/i)
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