24/05/2022 . Factoría Echegaray. Teatro Echegaray
Texto: M.Carmen Sánchez Torres | Fotos: Daniel Pérez / TE
El universo del futurismo y la transhumanización no son temas para todos los públicos. Si, además, el título de una obra teatral contiene el nombre de Edipo ya nos predispone a la archiconocida tragedia de Sófocles (que derivó en el complejo freudiano). Por tanto ¿qué esperábamos ver los espectadores de Código Edipo, la nueva apuesta de Factoría Echegaray? ¿Futurismo con tragedia griega? Asistimos al estreno de la nueva producción de Angélica Gómez con no poca expectación y prudencia.
Alrededor del año 430 a. C. Sófocles escribió Edipo Rey, una tragedia con mayúsculas donde el ser humano no puede escapar de su destino, es un sino inevitable de la cultura griega. A pesar de que los personajes se empeñen en torcer la cruel fatalidad (de la que son conocedores a través del Oráculo) no lograrán conseguirlo, afianzando así la teoría de que todo está escrito. Partiendo del mito de Sófocles, Angélica Gómez construye un texto ubicado en 2429 d.C. en un mundo futuro con un impreciso límite entre lo artificial y lo natural donde la tecnología está omnipresente: un Edipo postciberpunk. El contenido de la historia es paralelo a la de Sófocles: cómo por error Edipo/ el cyborg Hans mata a su padre, descifra el acertijo de la esfinge y es nombrado gobernador de Tebas. Cómo contrae matrimonio con la viuda del anterior gobernante con la que se espera pueda procrear y cómo el Gran Oráculo advierte de ese destino irremediable. La inteligencia artificial ha creado híbridos entre humanos y máquinas, los cyborgs, que no conocen la violencia en un universo plagado de prohibiciones: “Diríjanse a su destino” se escucha repetidamente. “No se detengan”.
Aunque el contenido es muy interesante, es la forma lo que más destaca en Código Edipo porque no es nada fácil la recreación de un mundo futurista de cyborgs con dilemas éticos que además aparezca como creíble. La puesta en escena es brillante: iluminación, música, vestuario, maquillaje, coreografía y audiovisuales erigen una Tebas o un Corinto minimalista y verosímil a la par que deslumbrante. El uso de las máscaras plateadas como el coro representante del pueblo tebano está originalmente resuelto así como las sombras que simbolizan al Oráculo y las proyecciones en el escenario. En este punto es de rigor destacar al elenco de actores, Cristian Ávila, Cynthia García e Higinio Rodríguez-Bueno, que no solo trasmiten un texto milenario adaptado a la actualidad, lleno de conflictos humanos y y valores sociales, sino que logran hacerlo con sus movimientos, expresión corporal y su propio físico (enhorabuena por tan buen casting). Por supuesto, el maquillaje y el vestuario juegan un papel esencial en la caracterización de los personajes que, con mínimos elementos logran que veamos a auténticos seres cibernéticos y futuristas (vean las fotos que acompañan a este texto) . Sobresaliente la escena en zancos de Cristian Ávila, imponente en el escenario.
Como anunciamos al principio, no creemos que Código Edipo llegue a todos los públicos (como el teatro clásico o la ópera). Sus temas son tan contemporáneos que impresiona imaginar a Sófocles escribiendo sobre la libertad, la rebeldía controlada, la predisposición genética, el destino. Entendemos la atracción de semejantes temas trascendentales en Angélica Gómez para deconstruir Edipo Rey.
Es imposible para los amantes de la ciencia ficción que el melancólico Hans/Edipo no nos recuerde al mítico replicante Roy Batty de Blade Runner añorando una vida no vivida, inexistente en su celebérrimo monólogo final. O a la Bruna Husky de Lágrimas en la Lluvia de Rosa Montero (inspirada en Blade Runner, por supuesto). El universo de la ciencia ficción nos parece fascinante y que Factoría Echegaray apueste por tramas tan rompedoras es todo un acierto. El teatro debe ser un revulsivo que nos saque de nuestros cómodos asientos y nos provoque la reflexión. No se pierdan Código Edipo.
Factoría Echegaray
Texto y dirección Angélica Gómez
Interpretación Cristian Ávila, Cynthia García e Higinio Rodríguez-Bueno
Asistencia de dirección Manuel Collado
Diseño de iluminación Carlos Alarcón
Diseño de vestuario Bárbara Balloqui y Angélica Gómez
Coreografía Valentine Rochat y Cristian Ávila
Audiovisuales Jorge Acanto
Ambientación sonora Alfonso Millán Quintana
Maquillaje Katy Navarro
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