20/01/2024. 41 Festival de Teatro de Málaga. Teatro Cervantes.
Texto: Carmen Titos | Fotos: Promocionales / TC
Estela Anderson (Lola Herrera) es una reconocida científica que descubre que el invento en el que lleva años trabajando será utilizado por el gobierno para el control de la población. Tras un ataque terrorista, Estela está refugiada en un hospital donde intercambia ideas sobre la amenaza que las acecha con la psiquiatra que la custodia (Lola Baldrich) y una periodista (Ana Labordeta).
A partir de esa premisa que ya ha sido trillada en cine y televisión, Adictos no aporta nada nuevo. La distopía acerca del control de la población a través de la tecnología ya está ocurriendo y una obra teatral que aborde dicho tema debe ser muy original e innovadora para sorprender. Al texto de Daniel Dicenta y Juanma Gómez le falta profundidad. Los tres personajes están de acuerdo en todo; no hay conflicto. Una amenaza las acecha desde el exterior. La científica, la psiquiatra y la periodista comentan ese peligro externo, que es contado, simplemente verbalizado de manera superficial, y expuesto en proyecciones.
Debido a esa falta de conflicto y profundidad, la obra resulta soporífera. También resulta incoherente visualmente. Se pretende dotar a la escena de un aire futurista aséptico y neutro a la escenografía e indumentaria, con tonos blancos y mucha iluminación fría, pero, en contraste las sillas y cama del hospital son de psiquiátrico de los años 40, oxidadas, sin sábanas, sin funda, sin lógica. No se intuye qué pretende transmitir dicha escenografía con sus contrastes. Asimismo, los personajes con la cama entran y salen por tres puertas automáticas que se elevan como las de los garajes, pero ese juego escénico simplemente parece decorativo, sinsentido, prescindible, ya que no aporta significado a la obra ni parece justificar ninguna dramaturgia.
Los autores querían tratar temas de enjundia como el sometimiento a la tecnología, el panorama futuro, la alienación, la desinformación… Pero esto no se ve reflejado en la obra, se queda en la superficie, en el programa de mano. La adicción, que da título a la obra, tampoco aparece en la obra. Faltó conflicto, faltó profundidad, faltó coherencia, faltó chicha.
La obra resultó descafeinada y es una pena que para ello se contase con un talento como Lola Herrera, que estuvo brillante tanto verbal como físicamente, pero desaprovechada en una pieza monótona.
De Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez
Con Lola Herrera, Lola Baldrich y Ana Labordeta
Dirección Magüi Mira