Teatro Echegaray. 19/11/2011
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: web Cía. Chirigóticas
Sin apenas escenografía, casi sin luminotecnia, interpretado prácticamente a capela todo el espectáculo, con unas escasas ráfagas musicales, así se presentaban Las Chirigóticas en el Teatro Echegaray con su segundo espectáculo. Todo el protagonismo para quienes tienen que aglutinarlo: Ana, Alejandra y Teresa.
De experimento teatral podemos considerar el trabajo de la CIA Chirigóticas que, aun careciendo de una arquitectura teatral propiamente dicha, y sustentándose en una estructura típica de cuarteto carnavalero, se ha revelado como una apuesta notablemente original.
Para definir La Maleta de los Nervios podemos echar mano de todo la panoplia de adjetivos y calificativos que habitualmente se usan para las comedias así como tantos sinónimos como podamos recordar. El espectáculo es de entrada ingenioso y combina tanto el lenguaje más típico carnavalero, soez, ordinario, grosero, escatológico y obsceno por un lado, irreverente como la vida misma; precisamente el tipo de humor que más gusta al respetable, en general.
De otro irónico, fino, mordaz, con muchas pinceladas de crítica social, a veces inteligente, otras más tópicas por recurrente y masivamente utilizadas en carnavales, monólogos, etc. También practican cierto humor absurdo, descabellado a veces, siempre ácido y con muchas dosis de espontaneidad y desenfado, lo que lo dota de un aire fresco, natural y chispeante que hace de gancho con el público desde el primer momento.
Este segundo trabajo de Chirigóticas entronca con el anterior no solo en la línea estética, también en la forma de encadenamiento entre sketches sin hilvanamientos, con ostensibles elipsis, resultando bruscos algunos de los cambios de escena lo que hace que a veces el ritmo decaiga y la dinámica se resienta. Pero incluso parece que es deliberado, que se busca esa forma de romper con lo anterior y retomar con otro tema nuevo. Es así como logran vincular en un mismo espectáculo temáticas como la desestructuración familiar, la pérdida de valores y de educación, las drogas, el paso del tiempo que nos consume, la depresión, el maltrato, los abusos sexuales, el incivismo, los celos, la inmigración, la pobreza o el paro, conformando una sucesión de situaciones y problemáticas donde lo cómico y lo dramático se acercan, se dan la mano y se alejan constantemente. Hasta el punto de que en un cierto momento, el público comienza riendo en una escena en la que poco a poco se va produciendo un silencio sepulcral conforme se reconoce qué es lo que realmente ocurre.
Si tienen ocasión no se la pierdan, les aseguro que no se arrepentirán y, al menos, reirán distendida y abiertamente, algo que parece cada vez más difícil dada la situación actual, que no es más que la que este espectáculo nos muestra de forma cruda y bastante realista.
Dramaturgia y dirección:
Antonio Álamo
Intérpretes:
Ana López Segovia, Alejandra López y Teresa Quintero
Música:
Luis Navarro y Javier Mora