Teatro Cánovas. 18/02/2012.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: José Cortés
Mike Barlett es considerado como uno de los más prometedores talentos de la dramaturgia británica de los últimos tiempos. Un autor innovador, atrevido y aire fresco en el panorama literario del mundo anglosajón, excesivamente encorsetado y pendiente de la industria cinematográfica.
Las obras de este director de teatro y co-director artístico de la Compañía de Teatro Shapeshifter, están siendo protagonistas de innumerables adaptaciones y puestas en escena: My Child, Cock y la que pudimos disfrutar en el Teatro Cánovas, Contractions, fruto de una versión y traducción de Lucy Collin que ha llevado a los escenarios Carrallada Show/Prem Teatro con la notable dirección de Pilar Massa.
Si alguien me preguntara que es lo que mas me gustó o llamó la atención de este montaje de Contraacciones, probablemente me decantaría por la interpretación. Afinando aun mas, por la contención en la interpretación. Quien haya visto suficiente teatro me entenderá bien; y si es desde dentro, más aun, habrá apreciado la dificultad que tienen muchos actores y actrices para contenerse, no dejarse llevar por el papel, por las emociones, por lo que se lee entre lineas en el guion. Porque la obra que yo pude degustar este sábado era pura contención, sobriedad, un verdadero cuchillo jamonero sajando el dialogo, seccionando cualquier frase excesiva y talando todo gesto de mas.
La asepsia de la escenografía, de la iluminación, de las relaciones, del lenguaje, incluso de las miradas y rictus, contribuyen aun mas a dotar a la obra, interpretada de forma sobresaliente, de un aura de frialdad, distanciamiento, tensión, indiferencia, apatía y desafecto, rayando la ataraxia total. Que mejor modo de mostrar el mundo y la sociedad que estamos construyendo. Las relaciones vacías y atávicamente piramidales que caracterizan el mundo de las macroempresas, las finanzas, las transnacionales, los negocios... impregnan cada segundo de Contraacciones y cada silencio, cada inmovilidad y mirada fría intercambiada por las actrices, no hacen mas que fijar el daguerrotipo de las relaciones de poder que tan bien retratan en este trabajo.
Y por todo ello, esta Contraaciones inmoviliza al publico, soldado al asiento, que apenas esboza unas risas y pronto calla porque no es para bromas. Engancha y mantiene en tensión a cualquiera que se precie de un mínimo de sensibilidad, interés o gusto por el teatro. Pero una tensión que apasiona, gusta, uno quiere repetir.
Porque en el fondo ¿quien no ha sufrido alguna vez lo que en el fondo nos quema de esta obra? ¿quien no ha dejado alguna vez parte de su vida, de su intimidad, de su tiempo libre, por esas supuestas mejoras en la calidad de vida que pueden adquirirse por un módico precio gracias al tan denostado pero deseado trabajo? ¿quien no se ha planteado alguna vez aquello de "trabajar para vivir y no vivir para trabajar"...
Quizá podríamos argüir que ese tipo de relaciones laborales son mas habituales en las "películas americanas", allá en "los USA", en las que por un pequeño empujón en la carrera hacia el éxito profesional o el ascenso, los protagonistas abandonan la fiesta de cumpleaños de sus querubines, en pleno domingo a las ocho de la tarde, por dar respuesta a la exigencia de su empresa. Para, después de todo, toparse con el "principio de Peter", ese principio axiomático que descubre la relación entre la capacidad de ascenso con el nivel personal de incompetencia. ¿seguro que no se vive ese tipo de relaciones en el mundo laboral mas cercano a nosotros?
Y aquí se encuentran las afinidades con otros brillantes trabajos que, como este, buscan la contraposición del poder emanado de las esferas mas altas de la empresa y la fragilidad de los mas débiles en la base de la pirámide laboral. Pero que, ¡ojo!, estarían dispuestos a reproducir e incluso remedar con cualquiera que estuviera por debajo de ellos. Delen solo una oportunidad y verán.
Podemos rememorar títulos como Glengarry Glen Ross, conocida en español como "Éxito a cualquier precio" o "El precio de la ambición": la lucha por el éxito y por no perder el trabajo de un grupo de vendedores de una inmobiliaria. Y ese parentesco dramatúrgico con otro trabajo que llevó a ese duelo interpretativo que recientemente mantenían José Coronado e Irene Escolar en Oleanna, de David Mamet. Aunque en ese caso se trate de la contraposición alumna/docente. O recordar levemente al Harold Pinter que en su obra The Dumb Waiter, El Montacargas, también juega con esa lucha, usando el mismo recurso del lenguaje escueto, mínimo, que produce diálogos ágiles y poco elaborados a conciencia.
En resumen, una gran noche de teatro que lo tenía todo: un buen texto, una buena adaptación, una buena puesta en escena, una buena dirección y una gran interpretación. Para no perdérsela.
de Mike Bartlett
Versión y traducción: Lucy Collin
Dirección: Pilar Massa
Intérpretes:
Emma: Goizalde Núñez
Directora gerente: Pilar Massa
Vestuario y escenografía: Rafael Garrigós
Iluminación: Francisco Ruiz Ariza
Fotografía: Claudio de Casas
Diseño gráfico: Javier Cuadrado
Asistente de producción: Inés Enciso
Asistencia de dirección: Ignacio Giménez
Dirección de Producción: Javier Gutiérrez