07/03/2014. Teatro Echegaray.
Texto: Paco Bernal | Fotos: Cía. Cría Cuervos
Cuando fuimos dos es la historia mil veces contada de un par de jóvenes que se enamoran y viven una historia de amor. La singularidad del caso es que se trata de “chico encuentra chico”.
Cuando fuimos dos muestra un amor sin amaneramientos, un amor vivido con naturalidad, pasión, espontaneidad y profundidad, lejos de tópicos gays. Una relación, -para algunos sectores homófonos, enfermedad- que despliega belleza y ternura, humanidad.
Los dos jóvenes, Eloy y César, han de enfrentarse en el texto de Fernando J. López a fantasmas comunes en las parejas: sinceridad, fidelidad, dependencia, celos… monstruos que a la postre matan el amor.
La obra, en una apuesta inteligente, arranca por el final, cuando el amor ya ha terminado, y para más riesgo, con los actores saltando la cuarta pared para interpelar al público y demandarle un posicionamiento, un tomar partido entre Eloy y César. A partir de ahí lo que sigue es una sucesión de escenas sin orden cronológico, un discontinuo y desordenado ir y venir el relato de su historia de amor y el presente de la despedida. Esto obliga a los actores a levantar y derribar la cuarta pared continuamente. La jugada es hábil: Deconstruir la historia para que el espectador la construya. Obligar al público a bascular entre voyeur y juez. Si duda Cuando fuimos dos demanda un espectador activo.
La dirección del espectáculo, de Quino Valero, es clara, sencilla, efectiva. Los actores, Felipe Andrés y David Tortosa, ofrecen una interpretación precisa, bien sujeta a los roles en los que se mueven sus personajes: fuerza/intelecto, sencillez/complejidad, materia/espíritu. La escenografía, una pieza del apartamento donde la pareja vivía, ahora con cajas y embalajes de la mudanza, resulta metáfora perfecta de la situación que viven los personajes, en realidad de toda relación humana.
Con Felipe Andrés y David Tortosa
De Fernando J. López
Dirección Quino Falero
> duración (+/-) 1.15 h.