20/06/2020 Factoría Fenix. Teatro Echegaray
Texto: Cristina Gandarias| Fotos: promocionales
Palos, astillas, mascarilla, gel hidroalcohólico, butacas vacias, aforo lleno, planazo de sábado post COVIDEl pasado sábado volvimos a recuperar la sensación que nos provoca asistir a un espectáculo en directo y para más seña en un teatro, ese sitio de culto para más de un frikie-cultureta, como es mi caso. Seguramente ahora la mayor parte de artículos relacionados con representaciones de artes escénicas, lo primero que hagan es incidir en las normas y protocolos de seguridad en materia sanitaria post COVID. Pues venga, yo no voy a ser más original que nadie. Hay que decirlo, me siento más segura en el teatro que paseando por el paseo marítimo. Por lo menos en el teatro Echegaray, que es de momento el único que he pisado. Al entrar, el personal de sala te está esperando con su mascarilla y su pantalla protectora para tomarte la temperatura, posteriormente te indican donde está el gel desinfectante y acto seguido te indican donde está tu localidad para que accedas directamente y la ocupes con la mayor rapidez posible para no colapsar pasillos y entradas. Las butacas permitidas son muy pocas, apenas seríamos cincuenta personas entre el patio de butacas y el primer piso y eso se contaba como aforo completo. A partir de hoy, tengo que decir que han aumentado ese aforo y tengo la certeza que todo va a salir bien. Una vez dentro del teatro tienes la obligación de tener puesta la mascarilla durante todo el tiempo que dure tu estancia en el recinto. Antes de empezar la obra, proyectan las normas de seguridad que se tienen que seguir y durante toda la obra, confieso que eché de menos las toses. Es la segunda vez que asisto a una representación y ¡ni una sola tos! algo bueno tenía que salir de todo esto.
De tal palo tal astilla es una suma de monólogos, uno a cargo de Juanma Lara y el otro a cargo de su hija Olivia Lara. A Juanma lo sigo desde hace más de treinta años, cuando existía el café-teatro, y representaban allí sus obras. Era tronchante y lo sigue siendo. En esta ocasión nos contaba anécdotas sobre la vida de los actores, él desde su larga experiencia y su hija desde la suya que evidentemente es mucho más corta, quizás por eso añadió contenidos feministas. El formato es cercano con lo que hay que alabar el esfuerzo que tuvieron que realizar durante las dos horas de espectáculo, con tan poco calorcito por parte del patio de butacas, sobre todo Olivia que todavía no tiene las herramientas que posee el padre para proyectar la energía suficiente sin una fuente que te cargue la bateria, que en este caso es la falta de público.
Juanma es perro viejo en esto y se me antoja que más que su profesión es su forma de vida, el humor y el arte de contar las cosas le nace y sale sin esfuerzo. De las condiciones tan deplorables en las que ha tenido que realizar su oficio de actor en multitud de ocasiones o de como pasar el peor momento de tu vida cuando tienes miedo a volar y tienes que subirte a un avión, son algunos de los ejemplos con los que nos mantuvo atentos, pero con una sonrisa y provocando carcajadas. La risa es ahora mismo un bien muy valorado y yo personalmente le agradezco que estuviera ahí para hacernos reír, olvidar y pensar que de la muerte también puede uno reírse y mucho, al fin y al cabo es algo que tenemos seguro, o mejor dicho, es lo único que tenemos la seguridad que algún día nos va a tocar. Riamonos, carajo, que el tiempo que tenemos es oro y nunca se sabe si puede venir una pandemia y te confinen durante tres meses en tu casa.
Autores e intérpretes Olivia Lara y Juanma Lara
Música Varios intérpretes
Dirección Juanma Lara y Olivia Lara