Teatro Cervantes. 23/05/2013.
Texto y fotos: Adrián Fernández
Cada uno de los espectáculos ofrecido por Juan Tamariz se acaba convirtiendo en una mágica aventura de final incierto de la que sólo sabemos que llegará al final cuando el genio se aburra de engañarnos a su antojo una y otra vez.
Y es que cuando Juan Tamariz se sube al escenario el espectador hace un viaje de regresión a su más tierna infancia, a aquella en la que todo lo que no entiende se convierte en un mundo mágico y en la que queda perplejo ante cualquier percepción que difiera de lo que entiende como normal.
El show Magia Potagia presentado por el laureado mago –premiado en el pasado como mejor mago de cartas del mundo- no presenta nada realmente nuevo para aquellos que ya han visto a Tamariz en directo o en televisión. Aún así, las buenas noticias son que cada uno de trucos de su espectáculo resulta impresionante en directo.
Y es que Juan Tamariz no es sólo magia. Juan Tamariz es puro espectáculo. Sin duda, uno de los secretos de la magia es elaborar los pases tan perfectamente bien que el espectador deje de intentar averiguar dónde está el truco porque no encuentre ningún resquicio y se adentre entonces en el mundo de la magia en el que llega a creer la ilusión que ve. Pero Tamariz no se conforma sólo con esto. Él quiere ver a sus espectadores satisfechos, los quiere entretener y entiende que ellos son la principal razón de ser del mago. El gran Juan sigue disfrutando como un niño subido al escenario. Se nota en cada palabra, en cada gesto y además es capaz de transmitir todas estas sensaciones al espectador. Dudo que alguien se fuera de vuelta a casa sin una amplia sonrisa al salir por las puertas del teatro Cervantes.
El espectáculo en sí fueron dos horas de magia con una pequeña pausa durante las que Juan Tamariz regaló al público algunos de sus trucos más espectaculares –el truco de las seis cartas, el truco de llamar a una carta de la baraja y también adivinaciones de cartas varias, entro otros- y también sirvió de plataforma para la presentación de pequeños trucos por parte de un par de magos no tan conocidos.
La esposa de Juan Tamariz, Consuelo Lorgia, escenificó además un truco de adivinación de cartas a distancia realmente espectacular que asombró a los espectadores del Cervantes.
Resulta curioso cómo tras cada truco del maestro sólo se veían caras de asombro y se escuchaban comentarios del tipo “¿pero cómo lo ha hecho?” entre el aforo, sin duda un reflejo del buen hacer del madrileño.
El espectáculo fue despedido entre ovaciones y aplausos en pie por el público que disfrutó de lo lindo junto a uno de los magos más grandes de los últimos tiempos.