28/09/2016 Factoría Echegaray. Teatro Echegaray
Texto: Cristina Gandarias | Fotos: Elisabeth González
La Factoría Echegaray viene para quedarse
Ambiente de euforia, algarabía y expectación ante la apertura de La Factoría Echegaray y no es para menos. Es un proyecto que se materializa para dar un paso adelante sobre las baldosas culturales de nuestra ciudad. Muchas caras conocidas de la farándula malagueña están presentes en el evento. Hay más fotógrafos que de costumbre e incluso ha venido la televisión local. Ignacio Nacho, autor y director de Los Puercos - Primera producción de esta fábrica - sentado en la primera fila, intenta pasar desapercibido bajo su gorra, pero no lo consigue. Se le acerca mucha gente para desearle "mucha mierda", a lo que el pide, entre risas, mejor suerte, que mierda ya ha tragado mucha.
El evento lo inaugura Gemma del Corral, concejala de cultura. Damos por sentado que algo ha hecho para que esto sea una realidad y tras los autoelogios a la parte que le toca, pide benevolencia para la primera representación. Flaco favor haríamos teniendo benevolencia, así que conmigo que no cuente, a menos que entienda que hacer crítica constructiva es ser benevolente. Tras ella, Juan Antonio Vigar, director del Cervantes, toma la palabra para congratularse por el proyecto y acordarse del gran ausente de la noche Miguel Gallego, productor del Cervantes y alma del proyecto, quien no pudo asistir por encontrarse enfermo. Vigar justifica la elección de esa obra por "...su humor finísimo, corrosivo y absurdo.... el texto nos enamoró".
Se pone en marcha la maquinaria y comienza la representación de Los Puercos, cuya historia narra la obstrucción que sufre una carretera por un vuelco de un camión que transportaba cerdos (caprichos del destino, este argumento se estrena el mismo día que el Psoe salta por los aires, ahí lo dejo). La puesta en escena es oscura y minimalista esto realza la focalización en el texto que es absolutamente magistral. Una carretera atascada por unos gorrinos accidentados, créanme, da para mucho. Los personajes son un padre, un hijo y un sirviente, eso sí, a cual más excéntrico. El padre - Juan Carlos Montilla - es un millonario, que representa la tiranía de quien tiene poder para comprarlo todo; El hijo - Andrés Suarez - acaba de graduarse en la universidad y es la viva imagen de una incipiente infelicidad causada por la sabiduría; y por último, el sirviente - Fernando Jiménez - representa la sumisión con un grado superlativo de lealtad. Supongo que todos estos elementos pueden dar lugar a multitud de interpretaciones, yo no puedo evitar hacer un paralelismo con la actual situación sociopolítica que vive nuestro país. Pero como digo, es mi interpretación porque Nacho no podría imaginar cuando engendró esta obra que una nación se pudiera atascar de una manera tan parecida a lo que el describe en su obra, metafóricamente claro está.
Los personajes son singulares, cada uno de ellos bien interpretados y sobre todo bien dirigidos, cada uno aportando tonalidades diferentes para construir la esencia de su ser y dándole el ritmo justo a esta historia donde lo verdaderamente exquisito es el texto, digno de paladearse más detenidamente e incluso tenerlo como herramienta de final del día en la mesilla de noche para dar el último repaso a la jornada. Ignacio, no solo consigue deslumbrar con el texto, también mantiene a la sala con constantes risas, por aquí y por allí, no hay una carcajada general al unísono, pero si hay un aplauso unánime en un mutis y un enmudecimiento soberbio desde que se sobreviene el desenlace hasta el apagón final.
La satisfacción del público se ve reflejada en el múltiple número de veces que han hecho salir a los actores a saludar. La obra es Ignacio Nacho puro, un lenguaje singular, un lenguaje para admirar y reflexionar.
LOS PUERCOS
Factoría Echegaray
Autor y dirección: Ignacio Nacho
Padre: Juan Carlos Montilla
Hijo: Andrés Suaréz
Chófer: Fernando Jiménez