Ene 17 2017

La Grulla de papel en el Cánovas

La Grulla de papel, Cía La Grulla, Teatro Cánovas, 14/01/2014. Teatro Cánovas.

Texto y fotos: Javier Rodríguez Barranco

Los Libros en La Grulla de papel

Precisamente fue ayer cuando leí en la prensa que el capitán del Costa Concordia, que fue el primero en abandonar el barco accidentado, condenado a 16 años de cárcel en sentencia aún no confirmada por el Tribunal Supremo, ha escrito un libro para contar su versión de los hechos y que dicho libro se ha convertido en un auténtico best seller en Italia. Todo ello después de causar 32 muertes, 64 heridos y un gasto de 600 millones de euros para conseguir llevar la nave hasta Génova.

La Grulla de papel, Cía La Grulla, Teatro Cánovas, Y es que, bien, bueno, vale, todo está en los libros. Es sólo que uno agradecería que lo bueno también apareciera, porque ninguno de los clásicos o de los escritores de calidad que hemos estudiado en el instituto o en la universidad aparecen en los escaparates de las librerías. En su lugar, lo que hallamos son una serie de páginas encuadernadas con tapas de lujo que aparecen en el otoño como elefantes en una cacharrería y que están cortados por el mismo patrón: una historia de amor en la que subyace un misterio, para desentrañar el cual hay que remontarse a la guerra civil española (o a la Segunda Guerra Mundial, en el caso de un mecanógrafo con ínfulas cosmopolitas), en la que el abuelo de uno de los protagonistas padeció un ultraje dramático que ha ocasionado un trauma familiar que se transmite de generación en generación hasta llegar a nuestros días y hasta que no se resuelva dicho trauma, ni hablar del peluquín de llevar una vida de pareja en condiciones.

Ése es el panorama al que nos enfrentamos en la realidad cotidiana actual y ésa es precisamente la situación que pretende subvertir la obra La Grulla de papel, de José Carlos Cuevas, todo un alegato en favor de la lectura y de los libros dirigido al público infantil.

La historia nos sitúa ante un perverso bibliotecario que pretende almacenar todos los libros del mundo, pero no para compartirlos, sino para privar a los demás de su disfrute y del aprendizaje que contienen. Una figura detrás de la cual no es difícil imaginar a las autoridades educativas españolas que durante las últimas décadas han diseñado sucesivas leyes conducentes a la cristalización de las élites, las élites intelectuales, en casos muy específicos, las élites económicas, en la inmensa mayoría de los casos, de tal modo que la enseñanza pública se dirige a una función social (es muy triste ver a los jóvenes en la calle sin saber qué hacer, o mejor dicho, sin saber qué hacer con ellos), en vez de cumplir una labor docente.

Pero la obra de Cuevas está cargada de referencias culturales de primer orden, como el la del árbol del conocimiento, que pretende secar el bibliotecario, y que es una inversión del árbol de la ciencia del bien y del mal del que se nos habla en el Génesis: en la Biblia, el acercamiento al árbol de las manzanas implica la salida del paraíso terrenal, en La Grulla de papel, el acercamiento al árbol del conocimiento significa el advenimiento al paraíso del saber.

La Grulla de papel, Cía La Grulla, Teatro Cánovas, Un saber que, como decía poco más arriba, pretende monopolizar el bibliotecario, ataviado con un libro abierto en la cabeza, y que me recuerda mucho al planteamiento básico del Fausto, pues no es la inmortalidad lo que el infausto personaje pide a Mefistófeles, sino treinta años más y plenos poderes para adquirir el conocimiento universal. Me parece, pues, evidente que Cuevas ha buscado una interpretación muy libre y adaptada al público infantil de una de la principales piezas de la literatura occidental, aderezado con una serie de canciones que van presentando las diferentes situaciones anímicas de los personajes, e incluso con personajes habituales de los cuentos de hadas, como el duende del bosque. Margarita es la mujer admirada por Fausto en la obra de Goethe, Papiroflexia, en la de Cuevas.

También hay algo de proteico en Leonardo, el ingeniero, el personaje que, como Dédalo, como Ícaro, busca aprender a volar y que definitivamente consigue abrir la puerta para la luz de los libros para los demás personajes, que hasta entonces vivían como los hombres de la caverna de Platón, es decir, con una imagen incierta del mundo: Papiroflexia, por ejemplo, no puede salir a la calle porque una supuesta enfermedad de la piel se lo impide. El conocimiento como liberación es el mensaje central de esta obra de teatro, contada en un lenguaje accesible a los más pequeños.

Papiroflexia es una de las principales actividades artísticas de Japón, con connotaciones casi religiosas. Podemos recordar, además, que la grulla ha sido venerada en Japón durante milenios como uno de los iconos culturales, por la belleza del ave y por su extraordinaria longevidad. Lo cual es una de las cosas que más y más agradablemente sorprenden cuando se visita el país del sol naciente: la coexistencia natural del más rabioso futurismo con la pervivencia de las tradiciones ancestrales.

Todo en La Grulla de papel conduce a la liberación del conocimiento y el acceso de toda la humanidad a él. ¿Podemos considerar que logrará su propósito? Por un lado, la historia y la puesta en escena son las adecuadas para motivar a los más jóvenes. Tremendamente efectivas, sin duda. Por otro, sin embargo, la sala, que no es excepcionalmente grande, estaba llena, como mucho, en un treinta por ciento de su aforo a pesar de los precios populares.

Un espectáculo para todas las edades reza en los programas de mano que se entregan a la entrada del espectáculo, y así lo consideramos nosotros también. Es sólo que los niños necesitan un mínimo de predisposición paterna para que obras como ésta de José Carlos Cuevas consigan cumplir las metas que se han trazado.

La Grulla de papel, Cía La Grulla, Teatro Cánovas,

La Grulla de papel

Cía La Grulla

Autor, Dramaturgia y Dirección: José Carlos Cuevas
Elenco: Cristina Jiménez, Sarai Trujillo, Javier Sancho, Pablo Fortes.
Música: Pablo Guarino y Adrián Portillo
Esccenografía: Juan Heras
Vestuario: Josefina Fernández
Fotografía: Sonia Lozano
Diseño Gráficco: David Mena