Teatro Echegaray. 21/09/2012
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: José M. Cortés
Cabaret, carnaval, comedia del arte, crítica social, improvisación y muy buenas interpretaciones se van sucediendo de forma casi natural y sin interrupción a lo largo de la representación.
Una casa sin gobierno, si hay algo que denota, es una magnífica preparación previa al montaje y puesta en escena del espectáculo.
Con una notable dirección de actores, inspirada dramaturgia, remembranzas de “La familia del anticuario” de Carlo Goldoni, y diferentes dosis de improvisación que dotan de una enorme frescura al montaje, La Madriguera Teatro consigue un producto redondo en el que queda poco espacio por explorar dado su desarrollo escénico y sus incansables incursiones de estilo.
La obra tiene unos inicio y final que juegan con el cabaret, en una suerte de “mezcolanza carnavalera” . Una continuidad en la que la "sitcom" comedia de situación y la del arte se reinventan en una suerte de gastronomía teatral "a la roteña". Algo que han bautizado como “La comedia del Ánge' ”.
Secuencias -mas que escenas- van tejiendo la trama entre momentos trepidantes de humor, sobreinterpretados tics y amaneramientos, sin aspavientos, lo suficiente para provocar la risa pero sin convertirse es ajados resortes vacuos. Entre todo este envoltorio hilarante de ambiente decimonónico, perfectamente comedido, continuas criticas políticas y sociales, reflejos constantes de la lucha de clases que se producía ayer, como hoy, en las previas a la Pepa, entre bombas de "fanfarrones gabachos".
Enredo familiar, condes, clero, ejército, pillos, criadas, novios, amantes, sexo, avaricia, demencias, cinismo, ironía, engaños, máscaras... Una casa sin gobierno tiene de todo. Qué más se puede pedir.
La presencia constante del elenco en el escenario enriquece, pudiéndose observar el proceso de transformación que sufren los actores entre un personaje y otro, no solo de cambio de vestuario o máscaras. Los movimientos de escenografía elegantes, sin romper, aun cuando en el centro de la escena las situaciones se sucedan frenéticamente, mientras los elementos del decorado van o vienen en una suerte de mobiliario flotante que en ningún momento distorsiona.
La música muy interesante, con interpretaciones corales, de un carnavalero de pro como es Antonio Martínez Ares, viene a redondear el gran trabajo grupal.
El público premió especialmente en los aplausos finales a un Enrique Seguí magnífico en su papel de Conde de Casagrande, a Simón Ramos, espléndido en su doble papel del Padre Ramiro Mundina y el Julai, dos personajes creados en las antípodas de la interpretación por el actor, y a una inspiradísima Raquel Barcala que también hace doblete interpretativo con una similar equidistancia interpretativa como son la novia Rosario Scapachini y er Picha, un prenda de mucho cuidado pero un tanto escaso de lumbres. Pero realmente todo el reparto es igualmente reseñable.
Una obra para volver a ver, ya que nos prometen diferentes experiencias en cada representación dada la carga de improvisación que contienen, en esta ocasión muchos guiños y referentes malagueños:al liquindoi, el Piyayo... El público salió riendo y recordando algún gag y con una enorme satisfacción, convencidos de haber asistido a un muy buen espectáculo.
Dramaturgia y dirección: Álvaro Sánchez de Medina
Reparto:
Raquel Barcala - El Picha / Rosario Scapachini
Simón Ramos - Padre Ramiro Mundina / Julian Lainez “Julai”
Enrique Seguí - Conde de Casagrande
Antonio Doblas - Giusepe Scapachini
Blanca López - Condesa de Casagrande
José Luis Alcedo - Capitán William Hamilton
Carmen Torres - Candelita
Alfonso Otón - Luis Alfonso de Casagrande
Música y letras - Antonio Martínez Ares y Juanma Romero Bey
Escenografía y Vestuario - Antonio Doblas
Máscaras y Atrezzo - Antonio Doblas y Raquel Barcala
Comentarios
Son maravillosos, no os los perdáis.
Enhorabuena a todos
Me gustaría, si no es mucho inconveniente, que se cambiara o se hiciera alguna reseña, a una errata que ha habido en varias notas de prensa y también he visto aquí. Soy Gaditano y no Malagueño, aunque estudié interpretación textual en Málaga, y al acabar la carrera me quedé a vivir aquí.
Espero que no haya ningún inconveniente para cambiar esa información. Muchísimas gracias por todo.
Un cordial saludo.
Atentamente
Simón Ramos