Viernes 10/06/2016. IES Salvador Rueda.
Texto y fotos: Rosa Parra
El IES Salvador Rueda cuenta en su claustro con Pedro Olalla, un artista polifacético, además de profesor, que desde su departamento organiza cada curso escolar una propuesta dramática interpretada por el alumnado del IES Salvador Rueda, que es lo más brillante del panorama teatral de Málaga, a pesar de que la obra no suele salir de los muros del instituto, ni está creada para el circuito comercial, podría competir y ganar en cualquier certamen. Este año la Tempestad de W. Shakespeare. Para quitarse el sombrero.
Pedro Olalla ha hecho la adaptación de la soberbia tragedia de Shakespeare La tempestad, con el alumnado de su instituto Salvador Rueda. Olalla ha creado el espacio escénico y ha dirigido al grupo de alumnos y alumnas, quienes parecen sacados de las tablas de Broadway, por obra y gracia de la maestría de su profesor, el movimiento escénico que ha creado y la proyección y entonación vocal que ha sabido inspirar en sus pupilos. Además de la propuesta escénica innovadora, creativa y sustentada en una simbología que denota el profundo conocimiento de la obra de William Shakespeare en general, y de La Tempestad en particular. La representación me ha parecido, calibrada tanto en su conjunto, como en cada uno de los aspectos que conforman esta propuesta dramática, digna de figurar en cualquier circuito comercial que se precie de calidad y profesionalidad. Me consta que ya han recibido algunas propuestas de grandes teatros de nuestra ciudad. Ojalá las acepten y podamos disfrutarlos durante una temporada.
Viendo la puesta en escena de la obra, se deduce el trabajo pedagógico y didáctico que ha llevado detrás, es decir previo a la vista a público. Me imagino a la clase de Pedro desgranando aspectos dramatúrgicos, literarios, filosóficos y actorales, tal cual como lo haría una compañía de teatro de prestigio, porque no hay nada superfluo ni acomodaticio, ni en la actuación, ni en escena. La interpretación se nota muy dirigida, con un movimiento escénico muy pautado; incluso con pequeñas partituras de movimientos, que subrayan las palabras inmortales de Shakespeare; dichas partituras se van enlazando unas con otras a lo largo de la representación, creando una melodía corporal que sustenta todo el peso de la obra y permite, facilitandolas, la proyección orgánica de la voz y el fluir de las intervenciones de los diferentes intérpretes. El ritmo se mantiene muy alto desde el inicio de la representación hasta el final, incluso durante los aplausos, ya que ningún intérprete abandona a su personaje, hasta que no lo saca de la escena. La dignidad de la salida de esos adolescentes me ha emocionado, por la verdad que había en ellos, por la introspección personal tan grande que supone en un grupo que no es profesional y por mantener la corporalidad de sus personajes, que son, al fin y al cabo, los protagonistas y acreedores de esos aplausos.
Como en toda tragedia de Shakespeare, en La Tempestad, hay un duelo de elementos antagónicos que necesitan del enfrentamiento para deshacer el nudo que ha llevado al caos. Y del caos se puede desembocar en un nuevo comienzo, como en la vida misma, y como en la vida misma, ese comienzo puede ser una salvación o tanto y más terrible que el anterior caos. En manos del ser humano queda, restituir lo perdido y construir un mundo mejor desde el mundo de las sombras, o abocar a la humanidad a la perdición de un círculo vicioso de atrocidades. Me imagino a los actores y actrices buscando su personal final a la tragedia, restituyendo símbolos, estableciendo gestos y eligiendo fragmentos que los llevaran a su analogía de fin.
"Somos de la misma sustancia de que están hechos los sueños, y nuestra breve vida está rodeada de un sueño" Qué frase tan profunda para ser pronunciada con tanta verdad como lo han hecho (y por dos veces) los alumnos de un instituto.
El público entra al lugar de la representación (el gimnasio del IES) cuando ya está la escena montada y los actores y actrices en sus puestos, estáticos, en una pose continuada y sorprendente, por el oficio que requiere, para intérpretes aficionados. Permanecen como en un trance inducido esperando a ser despertados por el verbo, cuando les toque transmitirlo en sus respectivas intervenciones. El suelo está lleno de una arena azul, que parece rebozar también a los personajes. Ese simple hecho, te mete de lleno en una función que aún no ha comenzado, pero transmite la incomodidad de caminar sobre arena, mancharse los pies, ya estás tocando el mundo de la isla imaginaria de Shakespeare, esa donde hay una serie de personajes encarcelados de ellos mismos, viviendo un sueño en una tierra mágica, donde lo sobrenatural es la ley.
El coro lo componen un grupo de chicas y chicos que son a la vez olas del mar embravecido durante la tempestad o en calma acariciando a la isla… y también son ninfas y elfos que sustentan la acción de los personajes principales. Dignos todos de mención, ya que no abandonan su estado hipnótico en ningún momento de la representación, ni obstaculizan en el ritmo general de la obra, muy al contrario, lo subrayan.
Los recursos escénicos abundan. Desde las dos serpientes reales que aparecen manejadas por el personaje de Calibán, una más pequeña al principio símbolo de la ponzoña, aún por desarrollar y la grande, enorme, al final, cuando la ponzoña ya ha anidado en muchos corazones. El agua, la arena, los truenos, los relámpagos, los ropajes hechos de sueño y aire, las cuatro plataformas de pallet, donde se desarrolla la acción y debajo de las cuales aguardan los personajes su momento.
También me ha parecido un acierto la versión tan fresca que han hecho del libreto original, la analogía de Próspero como un tirano-dictador, que utiliza el miedo y la oscuridad para manipular y obtener su poder. La confusión entre apariencia y realidad, lo siniestro de los castigos y la incapacidad de insurrección para la liberación, incapacidad que tienen que vencer para lograr restablecer el equilibrio. La manera en que Miranda se da cuenta de que su enamoramiento de Fernando no ha nacido de su corazón, sino de un hechizo, y lo que eso supondrá en el desenlace final, me ha parecido magistral, como lo han ido canalizando y finalmente enlazado con la conclusión.
Los apuntes de comedia italiana en los personajes de Trínculo y Esteban, el marinero borrachín, la rememoración de las hadas del “sueño de una noche de verano” con Ariel y sus soplidos de arena para hechizar, Las dos narradoras, la máscara de Calibán y sus uñas de Freddy Krueger, los bajos de los pallet que sugieren mazmorras o camarotes del barco. Los cambios de ropaje de Próspero en los momentos oportunos y la forma de llevarlos a cabo, la elegancia de la escena de la bacanal, en fín todo. NADA tiene desperdicio en esta representación, porque todo está estudiado minuciosamente para que no sea superfluo ni vacuo, cada cosa está donde debe estar y aparece porque tiene que aparecer.
Un trabajo encomiable de todo un equipo de profesores, que ha originado que cada año esperemos una pequeña joya de obra de arte: como Marat-Sade, el año pasado, “La casa de Bernada Alba” el anterior, etc.
Enhorabuena al IES Salvador Rueda en general y a Pedro Olalla en particular, quien es muy conocido además publicamente por ser el organizador y director de la Pasión de Cristo en vivo, en una representación anual que se realiza en el pueblo de Casarabonela.