05/05/2018. Teatro Cervantes.
Texto: M. Carmen Sánchez Torres | Fotos: Promocionales
Farsa y tragedia de España
Ya considerábamos Luces de bohemia una de las obras maestras del teatro español, antes de que la brillante compañía Teatro Clásico de Sevilla recalara en el Teatro Cervantes de Málaga (¡por fin!) el pasado 5 de mayo. Por tanto, doble expectación: gozar de nuevo del Esperpento concebido por Valle-Inclán y comprobar si, realmente, el proyecto era merecedor de los 8 Premios Lorca recibidos recientemente.
Al inicio, la versión de Alfonso Zurro nos desconcierta porque es el final de la obra valleinclanesca: el funeral de Max Estrella. Esta inusual y sorprendente presentación resuelve la historia a modo de flashback cuyo narrador es Don Latino de Hispalis (Manuel Monteagudo, Premio Lorca Mejor Intérprete Masculino 2018), el más singular de todos los singulares personajes de Luces de bohemia, alter ego canalla del protagonista. Percibimos la impronta del director en la identificación de los personajes como coro de las tragedias griegas: impresionante las voces al unísono de los actores que se sirven de esta herramienta para integrar las acotaciones reales del texto de Valle-Inclán. Enorme acierto por parte del director, ya que las acotaciones son tan imprescindibles como magistrales.
En el escenario, nada escapa al laureado escenógrafo Curt Allen Wilmer (Premio Max 2017, Premio Lorca Escenografía 2018). Las luces del título, presentes con bombillas a diferentes alturas. Cajas de madera funcionan como ataúd, barra de bar, celda… Los propios actores las manipulan o dejan caer como fichas de dominó sin que el espectador perciba disrupción en la fluidez de la historia. La música es un complemento imponente de la tragedia que acompaña a Max Estrella en su particular bajada a los infiernos. El vestuario, da uniformidad a un estilo que evoca el primer cuarto del siglo XX y, al mismo tiempo, es actual. Formidable puesta en escena.
La riqueza lingüística que caracteriza a Luces de bohemia está respetada con fidelidad: lenguaje claro, espontáneo y cultismos conviviendo con los madrileñismos más coloquiales. Pero muy lejos de parecernos una historia con estilo obsoleto, porque Alfonso Zurro ha sabido impregnar de contemporaneidad el texto. Las manifestaciones de “indignados” que reclaman libertad y dignidad, son reprimidas por antidisturbios, Don latino vende música pirateada para sobrevivir, el Rubén Darío del libro es sustituido por el propio Valle-Inclán que se hace un selfie con sus adoradores… Pero el culmen de lo grotesco es Paca, la ministra de la “Desgobernación”, que con su peineta, atuendo santurrón y dinero de “caja B”, corrobora la sentencia de Max Estrella: “la barbarie ibérica es unánime”.
Teatro Clásico de Sevilla es una sólida compañía que acumula cada vez más galardones por todo un conjunto de trabajo bien hecho. Dirección de Alfonso Zurro (candidato a Premio Max 2018, Premio Lorca a Dirección escénica 2018), excelentes actores, escenografía, etc, etc. Su Hamlet, que tuvimos el placer de disfrutar el año pasado en Sevilla, atesora ya 21 premios. Sin embargo, inexplicablemente, el público de Málaga sigue esperando su llegada al Teatro Cervantes.
¡Qué obra tan actual! 84 años después, el esperpento de don Ramón del Valle-Inclán sigue definiéndose: “las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas”. Como la España de Max Estrella. No disimulamos, sentimos debilidad por Luces de bohemia y por Teatro Clásico de Sevilla. El gusto ha sido nuestro.
De Ramón María del Valle-Inclán
Teatro Clásico de Sevilla
8 Premios Lorca, abril 2018
Alfonso Zurro, candidato a Premio Max Dirección escénica 2018
Adaptación y dirección: Alfonso Zurro
Con: Roberto Quintana, Manuel Monteagudo, Juan Motilla, Amparo Marín, Antonio Campos, Rebeca Torres, Juanfra Juárez, Silvia Beaterio y José Luis Bustillo
Música: Jasio Velasco
Diseño de escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer
2.05 h. (s/i)
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