10/06/2019. Teatro Cervantes.
Texto: Cristina Gandarias | Fotos: promocionales / web
Un personaje mediático siempre es un buen reclamo para atraer público a un teatro. De hecho, el ya desaparecido Teatro Alameda, al ser un ente privado, estaba avocado a eso o al suicidio, y ya tenía su público hecho. Con el proyecto de Antonio Banderas, este teatro desaparece y ese público se quedaría huérfano, de no ser porque el Teatro Cervantes toma el testigo de esa programación. Si es por el bien del teatro y por aquello de hacer público, pues bueno, aceptaremos pulpo como animal de compañía, pero sino es así, creo que este tipo de propuestas hacen daño al teatro en sí, al hecho teatral, a las compañías que tienen todo un trabajo detrás y unas propuestas interesantes, y en general, al público que no quiere que se le trate como si fuese tonto.
Luis Piedrahita es un tipo simpático y ocurrente, seguramente tomarse una cerveza con él tiene que ser divertidísimo, verlo dos o tres minutos en la tele, supone una cuota aceptable, pero de ahí a acaparar programación del único teatro con gran formato que tenemos en una ciudad que vende cultura va un tajo importante.
El humorista y mago entretuvo a su público fiel durante hora y media con chistes que la mayoría de las veces utilizaba descalificativos hacia personas que se alejan de los estándares, ya sean gordas, tatuadas o mutiladas, por ejemplo, ingeniosos eso sí, pero un poco pasados de moda, para mi gusto. No obstante, tuvo algunos momentos realmente buenos y demostró que si tiene capacidad para un tipo de humor inteligente pero que no lo va a explotar, no vaya a ser que se le vuelva el público en contra o la tele deje de llamarle.
Sin eventos |
Gracias por compartir nuestros contenidos enlazando con nosotros.