Miércoles 29/10/2014. Teatro Cervantes
Texto y fotos: José M. Cortés
Manuel Sánchez Vázquez es conocido por su trabajo durante los últimos 8 años en la televisión pública andaluza, Canal Sur. Para los que no le conozcan se trata del homólogo andaluz de Buenafuente, con la diferencia de que al ser de nuestra tierra, jamás llegará a tener un programa a nivel nacional, y no será por falta de ingenio, si no más bien por lo de siempre, temas políticos y la cantidad de prejuicios que hay en buena parte de España respecto a nuestra comunidad.
Pues bien, Manu aprovecha la coyuntura de un Felipe VI recientemente coronado para realizar la coronación sobre el escenario de Manu I. Esta ceremonia, denominada Mi reino por un puchero, es aprovechada por el humorista para tratar temas clásicos de bufón como la Monarquía, o nuevos como las relaciones de los treintañeros con sus madres, desde un punto de vista jocoso, o la ineptitud, parece que generalizada, de nuestros gobernantes, tan de moda estos días. Sin embargo, el sevillano en un alegato político se salía del rol cómico que nos llevó al teatro. Realizó un discurso sobre el pueblo andaluz y la relación con el resto de España. Orgullo andalucista y críticas a la “superioridad moral” y altivez de los políticos “norteños” –sobre todo catalanes-, salían de unos labios que no pararían de moverse en casi 3 horas.
El ambiente fue muy bueno, con un teatro lleno hasta el gallinero y que no dejo de reír de principio a fin. Hay que reconocer a Manu la velocidad mental para improvisar en algunos casos o la demostración nemotécnica que hizo en un repaso por la monarquía desde los reyes católicos hasta Felipe VI de Borbón, o la sátira sobre las madres de treintañeros.
Sin embargo, hay que decir que el espectáculo fue un poco irregular ya que, aunque el público esté acostumbrado, la parte humorística cede demasiado espacio al discurso político y social. Concretamente el discurso final llega a hacerse pesado, cumple con la labor social del comediante con algo de moral, pero el humor se resiente y mucho. Digo esto desde mi modesta opinión, pero cuando el público va a echar un buen rato riéndose, las seriedades pueden estar de más si el protagonista no mide bien los tiempos.
En cualquier caso, hay una buena relación calidad precio en un espectáculo de precio medio, que no se debe pedir más, quizá algo más concentrado. A veces no es necesario hacer un espectáculo de 3 horas si con algo menos se puede contar todo lo que se tiene que contar. Básicamente el formato es el mismo que usaba en su Semana más larga, pero sin invitados: actualidad, humor y reflexión político-social.
Lo mejor: el monólogo de las madres
Lo peor: el exceso de temática política seria.
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