13/01/2020. 37 Festival Teatro Málaga. Teatro Cervantes.
Texto: M.Carmen Sánchez Fotos: Promocionales/TC
Mestizaje, exilio y lengua
Según el diccionario de la RALE, mestiza es una persona nacida de padre y madre de raza diferente, en especial de blanco e india, o de indio y blanca. Del conquistador español Francisco Pizarro y la princesa Quispe Sisa, descendiente de emperadores incas del Perú nació Francisca Pizarro Yupanqui, la protagonista de la obra Mestiza que nos visitó en el 37 Festival de Teatro en Málaga.
Desde la primera fila del patio de butacas, una música renacentista de guitarra (Manuel Lavandera) acompañaba al público mientras tomaba asiento. Al músico se le sumó una cantante (Silvana Tabussh), ambos vestidos a la manera del siglo XVI. Con estos ingredientes, podíamos ya adivinar que íbamos a encontrarnos ante un clásico distinto. Y así fue…
Un sencillo y coqueto escenario representaba el jardín madrileño de la, ya anciana, primera mestiza del Perú: Francisca Pizarro Yupanqui (Gloria Muñoz). Allí irrumpe un joven poeta que quiere entrevistar a mujer tan famosa. Ni más ni menos que Gabriel Téllez de todos conocido como Tirso de Molina (Julián Ortega). Francisca cuenta su vida ayudada por Tirso que tira de los hilos invisibles de la memoria. Es un recurso muy usado en literatura: los recuerdos contados a un interlocutor o la lectura de cartas rescatadas del olvido. Al morir su padre, se dispone que la joven Francisca venga a España donde es casada con su tío, un matrimonio de 20 años y 5 hijos con grandes sinsabores del que, muerto el marido, se supo recuperar contrayendo nuevas nupcias con un noble más joven. Se vino a la Corte, a Madrid y fue feliz pero muy criticada en los mentideros. El mismísimo patio de butacas del Cervantes es tomado por mentidero y los actores se dirigen a nosotros para defenderse o acusar. Se supone que entre el público se encuentran Cervantes, Góngora o Lope de Vega. No será la única ocasión de interacción: la propia Francisca se cuela entre el público para regalarnos pepitas de cacao llegadas de su tierra y para filosofar acerca de la vida.
Los personajes son antagonistas en muchos sentidos: Hombre/mujer, joven/anciana, español/mestiza, él lopesco/ella cervantina… Y el conflicto será más evidente en sus visiones del mundo y la historia de la conquista de América. Mientras Tirso de Molina (clérigo en ciernes) es defensor de la postura de la Iglesia católica y del imperio español como inocentes en aquella vorágine (representada por fray Ginés Sepúlveda) Francisca se posiciona al lado de fray Bartolomé de las Casas y su defensa de los indígenas.
Mestiza es de una contemporaneidad deslumbrante. Y no solo por los anacronismos que salpican la obra y que la impregnan de humor y actualidad (se habla de Madrid Central, de Concha Velasco y de Antonio Banderas, se usa Ventolín), sino por temas como la inmigración, el exilio, los refugiados: “soy una inmigrante sin papeles” se define Francisca. “Soy de aquí y de allí”. Pero el fondo y la forma de Francisca es su reivindicación como MUJER, así, con mayúsculas y su libre albedrío en la España imperial del siglo XVI. Francisca se hizo experta en leyes para reclamar las posesiones que la Corona le arrebató, era una mujer culta e intelectual amante de Teresa de Ávila y Cervantes. Pese a que su esposo le impidió en su testamento volver a casarse, lo hizo: puro feminismo en el Siglo de Oro. “Hablar de mujeres era ofender a los hombres”, se lamenta Francisca. En este punto debemos resaltar el hecho de que la autora de Mestiza es Julieta Soria, filóloga (respeto máximo de colega), dramaturga y, evidentemente, mujer, lo que facilita el camino a la empatía por aquellos personajes femeninos extraordinarios y olvidados. Mestiza analiza el rol de la mujer en la sociedad, ella es la verdadera historia de la conquista.
Pero Mestiza no sería esta exquisita y brillante obra sin Julián Ortega (Tirso) y, especialmente sin la enorme Gloria Muñoz . Gloria y Francisca Pizarro se funden maravillosamente, a tal punto que la propia Francisca se queja de que “Gloria, la actriz que me interpreta, no sabe tocar el clavicordio”. ¡Qué gustazo presenciar el trabajo de una actriz espléndida y con tantas tablas!
Yayo Cáceres dirige esta elegante e inteligente Mestiza y pone su sello con la música. Es un deleite escuchar a Silvina Tabbush (y a los actores también) cantar esas canciones que nos transportan a las Américas con la guitarra de Manuel Lavandera. No es de extrañar que la obra tuviera tres candidaturas al Premio Max como Mejor Actriz Protagonista, Mejor Autoría y Mejor Diseño de Iluminación.
Mestiza es la historia hecha por mujeres. Un homenaje, un premio, un respeto a las más y a las menos olvidadas. Francisca Pizarro Yupanqui, un placer haberte conocido. De una flamante admiradora.
Autora: Julieta Soria
Dirección: Yayo Cáceres
Gloria Muñoz como Francisca Pizarro Yupanqui
Julián Ortega como Tirso de Molina
Músico: Manuel Lavandera
Cantante: Silvina Tabbush
Asesor de dramaturgia: Álvaro Tato
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Escenografía: Carolina González
Vestuario: Tatiana de Sarabia
Ayudante de dirección: Diego Klein
Diseño Gráfico: David Ruiz
Producción ejecutiva: Antonio Rincón
Producción y distribución: Emilia Yagüe Producciones
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