Ene 30 2012

XXIX Festival de Teatro de Málaga. Teatro Cervantes. 27/01/2012

El Brujo en la presentación de la obraEl Brujo despliega todos su sortilegios y su taumaturgia en el Teatro Cervantes impregnando de cierto dimorfismo el resultado final

Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Fernando Tamarit / Teatro Cervantes y promocional

Que Rafael Álvarez "EL Brujo" no tiene que demostrar a estas alturas nada, es un hecho poco cuestionable, pero de ahí a pensar que cualquier cosa que haga también es incontestable o que no se pueda poner objeción a sus montajes, media un mundo.

Una escena de la obraY como no todas las cosas son blancas o negras, sino de cualquiera de los millones de matices de grises que se encuentran entre ambos extremos, voy a permitirme discrepar un poco de la opinión, parece ser generalizada, del paso por Málaga de Mujeres de Shakespeare, el último trabajo del gran actor cordobés.

Una escenografía sobria y elegante y una interesante música del violinista Javier Alejano (que le acompaña en escena) acogen a Rafael Álvarez en el escenario.

Vaya por delante que El Brujo es uno de los grandes, con unas tablas y una madurez en escena que muchos quisieran para sí. Una capacidad para emocionar, hacer reír, mover resortes dentro de nuestras vísceras casi sin parangón en la actualidad en el mundo de la farándula, sobre todo dentro de  los circuitos en los que prevalece el famoseo o las grandes compañías ya sean estables, "oportunistas" o "de fortuna".

El trabajo que desplegó sobre el escenario del Cervantes fue muy divertido e ingenioso, a veces muy certero en sus glosas, traducciones, análisis y deducciones sobre el mundo y el tiempo de Sahakespeare, y la lectura y reinterpretación que hace de La invención de lo humano, de Harold Bloom, es enormemente lucida mientras se mantiene en la obra y el monologo no se va por los cerros de Úbeda (o de Lucena).

Qué quiero decir con esto. Pues que en ese punto comienzan mis discrepancias.

En la rueda de prensa junto a Miguel GallegoPrimero tengo que aclarar que me reí de lo lindo, me lo pasé en grande y el público también, y lo reconoció con una cerrada y larga ovación. Pero me quedaron algunos agujeros negros sin cubrir al acabar el espectáculo.

En primer lugar, y según sus propias palabras a mitad de monólogo: Ustedes dirán, este lleva una hora hablando y ¿donde están las Mujeres de Shakespeare?. Eso mismo me pregunto yo. Encuentro un enorme desequilibrio en la estructura del texto, entre una primera parte a lo largo de la cual solo se habla de Rosalinda, anécdotas, política, fútbol, famoseo, dimes y diretes, chascarrillos y una segunda parte donde habla un poco de  Rosaline, Catalina, Beatríz, creo que las nombra y poco más y justo al final, recita un poema de Romeo y Julieta. Pero no se profundiza realmente en ninguno de los personajes. Podríamos preguntarnos los espectadores si hemos entendido mejor la esencia de dichas mujeres ¿Donde quedaron la Lady Macbeth que recibimos de Ur Teatro la semana pasada en el mismo Cervantes? Daría mucho para analizar.Y como ella, un largo rosario de personajes femeninos más factibles e interesantes de discernir

En ka puerta  del cervantesEn segundo lugar lo noté sobrado, hasta el punto de dar la impresión de subir al escenario, seguir su intuición y bueno, yo me basto y me sobro para llenar cuantos espectáculos lleve a cabo. Sin más. Reiterando los mismos resortes teatrales que en anteriores montajes, algunos ya un poco desgastados por el abuso, sin buscar nuevas fórmulas, llenando la dramaturgia de "morcillas", improvisaciones, las mismas anécdotas que cuenta en otro montajes, etc, que dieron la impresión real de que se había ido del verdadero objetivo de la misma.

Yo entiendo que la mayoría del público va a ver al Brujo, a reírse con su ingenio, y no se trata de dar un serio repaso literario, psico-social y antropológico del mundo femenino del genio de Stratford-upon-Avon, pero rellenar hasta las dos horas de espectáculo con humor ligero y fácil, retrúecanos, dimes y diretes y chistes de políticos, famosos y fútbol... no demuestra la genialidad de Rafael Álvarez  -que la tiene sin lugar a dudas, por eso es el Brujo para todos-, lo que demuestra es oficio.

Y muchos nos quedamos con las ganas de un poco más de su embrujo.

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