El Burgo. 12 al 14/10/2012
Texto: Redacción y Programa del Ayto
Fotos y realización del vídeo: Joanna L. Smith y Miguel Ángel Barba
Fotos del reportaje: Rosa María Romero Torres
Durante los días 12, 13 y 14 de octubre se desarrolló en el pueblo de El Burgo la Pasión Bandolera. La villa serrana se retrotrajo al siglo XIX y se pudo sentir por sus calles y rincones esa pasión.
Trabucos, y bandoleros, caciques y caza recompensas, se dieron cita en El Burgo, los días 12, 13 y 14 de octubre para revivir y compartir el romanticismo y las injusticias propias del siglo XIX, en estos pueblos de la Serranía de Ronda.
El Burgo, situado a caballo entre la Sierra de las Nieves y la Serranía de Ronda, con enclaves privilegiados como La Fuensanta, Los Sauces, el Río Turón o del Burgo y tantos otros, ofreció la oportunidad de vivir un fin de semana cargado de pasión y rebeldía en busca de la justicia y la paz que un día le robaron a sus protagonistas, Agustina apreciada lavandera en el pueblo, y José, honrado arriero convertido en bandolero.
Entre tabernas y bodegas se disfrutó, además del buen comer y el buen beber, de los pregones de verduleras y floristas vendiendo su mercancía, arrieros que trataban entre pajarete y pajarete, niños que correteaban jugando al trompo o a la rueda, artesanos que hacían gala de su creatividad plasmándola en objetos que, con su venta, le daban los reales para la comida del día…. En las tabernas, el baile y el buen cante de la serranía pusieron el ambiente, y burgueños y burgeñas ataviados con la indumentaria de la época nos acogieron haciéndonos partícipes de la apasionada historia de Agustina y José.
¿Qué cuenta la historia representada a lo largo del fin de semana?
Pasión Bandolera en El Burgo, es una recreación histórica sobre el mundo del bandolerismo, que nos trasladó en el tiempo hasta 1840 para vivir la pasión y rebeldía de una historia de amor como fue la de Agustina que endureció su corazón y de José, honrado arriero convertido en bandolero.
Por una injusticia debida al nepotismo de un cacique, José es detenido y Agustina, ante la vicisitud de verse obligada a convertirse en amante del señorito, no duda en coger las armas y liberar a su marido, para luego echarse los dos al monte. Ayudados por el Navajas un antiguo amigo de José, ahora jefe de la partida de bandoleros, luchan por cumplir su venganza y recuperar sus antiguas vidas.
Además de vivir esta pasional historia de bandoleros se pudo disfrutar de un entorno propio de 1840, en los que el buen vino y las riquísimas tapas de antaño no faltaron en sus tabernas, ni el aroma a cereal en los hornos de pan, así como las buenas chacinas y productos del campo.
Muchas notas de realismo vivimos por sus calles además de las representaciones puntuales de esta historia: las bebidas servidas en vasos de barro como los de antaño, las chacinas artesanales, castañas asadas en perolas sobre fogatas encendidas en mitad de la placita montada ad hoc, asalto bandolero con raptos y robos a mansalva, flamenco amateur por la noche -por serranas y tientos, campamento bandolero, llegada de bandoleros y soldados desde la sierra, párrocos con los hábitos antiguos y gran parte del pueblo vestido a la vieja usanza durante todo el fin de semana.
Me confieso diletante empedernido de este tipo de manifestaciones artísticas y culturales, absolutamente populares. Ver a mujeres tan mayores o niños tan pequeños haciendo sus pinitos e incursiones en estas manifestaciones populares, preguntando después ¿cómo lo he hecho?, emocionados, siendo felicitados por los responsables de las mismas y la gente de sus calles aplaudiéndoles y piropeándoles.
Teatro Popular del bueno, en estado puro.
Miguel Ángel Barba