Teatro Echegaray. 21/03/2012.
Texto: Carmen Baquero | Fotos: Promocionales
El pasado miércoles tuvimos la oportunidad de ver en la tablas del Echegaray La Vida es Pollo, el primer montaje de la compañía Síndrome Dario. Confieso, con cierta necesidad, que intentaré ser objetiva pero no sé si me saldrá del todo bien.
A Síndrome los conozco y los sigo desde hace años, en concreto siete, pues es la edad que cumple La Vida es Pollo.
Y me enorgullece decir que ayer volví a reírme tanto o más que la primera vez que los vi, hace algún que otro año y en las tablas, esa vez, de algún que otro bar en el que se hacía ¡¡¡café-teatro!!!
Dicen en su nota de prensa que garantizan risas : “La carcajada está asegurada y sino... está usted en su derecho de hacer una reclamación”. Y doy fe de que lo consiguen.
Síndrome Dario inauguró con este proyecto una manera de hacer las cosas: la suya, propia, diferente. a ratos absurda y a ratos, tremenda. Esta banda, antes de hacerse del algodón -su último montaje- ha desarrollado un lenguaje absolutamente personal que, puede recordarte a cosas, pero que no se parece absolutamente a nada.
Definirlos es difícil, pues no es que hagan únicamente teatro del absurdo, más bien diría, que toman del absurdo algunas herramientas y se la prestan a sus ideas para hacernoslas llegar a través de situaciones y diálogos más que hilarantes.
Y, así es La Vida es Pollo, una burla satírica y mordaz acerca de temas tan en boga como el radicalismo religioso o ideológico, la identidad, las relaciones emocionales o incluso la labor de la prensa. y haciendo gala de su personal estilo nos lo cuentan a través de un entramado a camino entre los Monty Phyton y Tip y Coll , y una bada sonora con ecos de mi gitana, tan de moda también últimamente, por otro lado.
Aunque suene inverosímil el cocktail funciona y es inevitable no sentarte en la butaca y dejarte seducir por el universo que conforman el ejército de las cajas, el antipollo, el asesino del fixo, el padre yupi y la madre chicharrona.
Técnicamente nos presentan una propuesta sencilla basada en la interpretación de los actores y la comicidad crítica de las situaciones que nos proponen.
En medio de una colección de cajas de cartón de diversa procedencia y numerosos tamaños, un alado -sillas en ristre- Steven Lance, busca sus orígenes preguntando a su abuelita -Noelia Galdeano- ”chocolate” caliente en mano, que se presta a narrarle la historia de sus congéneres. este es el punto de partida para introducirnos de cabeza y sin avisar, en las raíces de las revueltas que originan el ejército de las cajas y su fundador-Catequistaman-, que renegando de sus creencias -a lo Gary Oldman en el drácula de Coppola- funda su ejército para el advenimiento del antipollo!!!
Las situaciones que se suceden a partir de aquí van in crescendo hasta el final de la función.
Si hay algo que destacar de modo notable es su modus operandi: improvisaciones de unos actores –Steven Lance, Noelia Galdeano y Mariché López- que se adaptan a lo que sea, resolviéndolo con brillantez; diálogos y dramaturgia de un Ery Nïzar que convierte este lenguaje que hace tan diferente y auténtico a Síndrome Dario, en un verdadero hallazgo.
Y es que si te paras a leer entre líneas, hay muchas verdades en los montajes de síndrome. La lástima es que aunque muchos lo han visto, probablemente también muchos se quedaron sin verlo al ser un espectáculo fuera de programación y de última hora, que no pudo tener la repercusión mediática suficiente para llenar las gradas del Echegaray, a pesar de lo asequible del precio en esta ocasión, 10 euros.
Larga vida a Síndrome Dario , cuya pretensión es hacernos felices, hermosa, pues su pretensión.
Y les emplazo a conocerlos, si aún no lo han hecho, y a no perderse, en la siguiente ocasión que tengan, cualquiera de sus propuestas. Porque les garantizo que hay mucho humor inteligente debajo de situaciones aparentemente absurdas y que saldrán del teatro habiéndose reído mucho. Y reírse y pensar en lo que nos rodea es una magnífica receta para sentirnos un poquito más felices en estos tiempos que corren en los que la sombra de la tijera y la marcha atrás, amenaza todo aquello -a mi parecer- que hace que el ser humano pueda crecer hacia adelante y ¡ser un poquito más libre y mejor!