Sábado 15/03/2014. Teatro Echegaray
Texto: José Antonio Triguero | Fotos: Daniel Pérez / Teatro Echegaray
Nuria González gusta. Cuando se mueve por el escenario, cuando mira a un lado y a otro del escenario; al fijar su mirada en la grada, Nuria gusta.
Y gusta su voz singular, su manera de decir las cosas, como quien te habla desde la verdad, esa verdad del teatro que no es fácil encontrar. La de ponerse derecho y decir el texto con energía. Ni más ni menos.
La historia de una mujer de "...taitantos" en su búsqueda de un hombre provoca lugares comunes y vividos y narrados por todos. Aún así, las peripecias, los encuentros y los desencuentros se acercan y se alejan en el tempestuoso carácter del personaje. Parece la primera vez que oyéramos esos casos rocambolescos en el mundo de las citas a ciegas, y en las menos ciegas, que haberlos, háylos. Y de fondo, la creencia de que una mujer sin hombre es medio jugo de naranja. Y así de la autoestima desecha al quirófano.
La obra pasa de ser una comedia al uso a ser una descripción del declive de la vida y de las decadencias con las que tratamos de paliar la realidad. Una especie de fábula con moraleja final: aceptarse a una misma.
La utilización de una pantalla donde aparece el videoblog de la protagonista, confiere entornos nuevos mas allá de la escena, la presencia metonímica de la red abre espacios en el vibrante monólogo que interpreta Nuria Gonzalez; pero no es el único detalle que, en plan la parte por el todo, describe realidades fuera de la escena, e incluso personajes: con el uso de la voz en off, las referencias al chat, la presencia magnética de su hija, siempre en el cuarto y con la música a tope, y sobre todo, el teléfono, al que la actriz saca un partido increíble, pudiendo vivir al momento varias situaciones a la vez.
La obra y la puesta en escena ofrecen a Nuria Gonzalez el perfecto contexto para gustar y gustarse. Y para eso, no hay edad.
Taitantos de Olga Iglesias.