17/05/2025. Sala Joaquín Eléjar.
Texto: Gregorio Filograna | Fotografías: Daniel Pérez
Un texto que no sólo es una maravilla para los oídos, sino un regalo para un director y sus actores... Magia es lo que el público vivió el sábado en la Sala MainakeAquellos que me conocen saben que para mí el teatro es un proceso de equipo en el que todos son importantes porque todos son creadores y todos tienen su espacio, sin el cual todo lo creado se caería como un castillo de naipes. Aquellos que me conocen también saben que soy bastante friki, y que a este respecto siempre pongo el mismo ejemplo de Leónidas y sus 300. Si el Rey de Esparta decía que cada soldado era responsable de su compañero, usando su escudo para cubrirlo desde el muslo hasta el cuello para crear una falange impenetrable que les condujera a la victoria, para mí, que no soy Rey de Esparta (aún), en el teatro cada compañero, cada creador, tiene como misión que su compañero brille. Y todo el equipo de Yo, Lady Macbeth cumple esto con creces.
Lo primero que vemos es un parque en otoño representado por un banco situado en segundo término izquierda y un carro de bebé con un maniquí con corona del Burguer King que al mismo tiempo evoca al propio Macbeth, al niño que nunca tuvieron y el niño que fue el propio Macbeth para ella y todo rodeado de hojas secas, latas, papeles y botellas de plástico y que todo ello representa el último hogar de una reina bruja convertida en una sin hogar enferma.
Con una maestría propia de Marguerite Yourcenar en el recopilatorio de biografías ficticias Fuegos, Pablo Bujalance nos regala un texto que no sólo es una maravilla para los oídos, sino un regalo para un director y sus actores, pues permite jugar de mil formas diferentes la progresión dramática y la multitud de estados emocionales de una Reina de Escocia que necesita contar su historia para alivio de su soledad, enfermedad e incomprensión. Es un texto muy agradecido. Si en inglés, interpretar es “to play”, Zira Williams y Lorena Roncero tuvieron un caramelo entre manos exprimido al máximo y cuyo juego en escena implica un envidiable juego durante todo el proceso de montaje.
El diseño de iluminación a cargo de Pedro Hoffuis y adaptado al espacio de la Sala Mainake por Gari Lariz es un elemento fundamental en la creación de atmósferas y en todas las transiciones emocionales de Lady Macbeth, con un juego medido entre una iluminación otoñal y momentos de dignidad regia o más oscuros en los que brilla un acertadísimo expresionismo. No menos importante para la atmósfera es el espacio sonoro en el que Alessandra García, La Pili y Eskarnia encarnando a las tres brujas aportan oscuridad y misticismo a la escena y momentos de estados alterados de conciencia a la Reina indigente.
Zira Williams regala al espectador una interpretación maravillosa llena de matices, por momentos emotiva, a ratos escalofriante e incluso por momentos divertida que arrancaron sonoras carcajadas a los espectadores con los que mantuvo un aura de complicidad que permitió que nadie desconectara en ningún momento. Puede parecer fácil, pero no lo es. La escucha en escena es fundamental en la interpretación, facilita el trabajo entre actores. Zira Williams supo medir sutilmente y bien dosificados esos momentos de complicidad que precisan no sólo de esa escucha sino de una sensibilidad especial con la energía del público con el cual jugó tanto o más que con el texto.
Zira Williams, Lorena Roncero, Pablo Bujalance, Pedro Hoffuis, Gari Lariz, Alessandra García y Eskarnia no son los 300, pero tienen la misma energía, el mismo compromiso y el mismo respeto por la profesión. Ingredientes con los que las tres brujas en su caldero crearían algo llamado magia. Y magia es lo que el público vivió el sábado en la Sala Mainake.
Autor: Pablo Bujalance
Dirección: Lorena Roncero
Actriz: Zira Williams
Iluminación: Pedro Hoffuis, Gari Lariz
Voces: Alessandra García, La Pili y Eskarnia