La Cochera Cabaret. 07/06/2013
Autora: Rosa Parra | Fotos: Web de la Compañía
Con un esfuerzo técnico loable y una habilidad extraordinaria, la compañía El Espejo Negro presentó su espectáculo ante un público que se partía de risa con las vicisitudes de una compañía, de tercera no, de lo siguiente, que pretende ganarse la vida en un cabaret regentado por un travestido.
Mariana Travelo, un travestí que decir entrado en carnes sería quedarnos cortos, ya que está más bien desbordado por las carnes y la cirugía estética (pechos grandes, labios descomunales, caderas anchas…) más los kilos del buen comer pegados a la barriga, papada, etc., regenta y presenta un espectáculo de variedades estilo cabaretero que hace un repaso de la escena artística española, mediante karaokes. Ese aspecto físico tan exuberante no la exime de vestir como una casquivana esperando en una esquina. Aprovecha cualquier momento para levantarse la ropa y enseñar el tiburón. Ligerita de ropa, con movimientos soeces e insinuantes va dando paso al resto de artistas de la compañía y de esta manera aprovechan para hacer una imitación-parodia con muy mala baba de artistas consagrados. Así Joselito, el pequeño ruiseñor, aparece cabalgando sobre una jeringuilla y no sobre el caballito; Lola Flores (una marioneta muy lograda en el parecido físico y en el movimiento) desbarra sobre sí misma y hace cabriolas imposibles que están dentro de su esencia,pero que desafían a las leyes de la gravedad y el movimiento. Muy logrado. Igual ocurre con Freddy Mercury que hasta llega a levitar.
El público respondió muy bien a cada uno de los skeckts. Con aplausos y carcajadas. Sin embargo los chistes eran fáciles, toscos. El humor grosero, típico de esa clase de cabaret arrabalero.
Cada artista-personaje-marioneta tiene una cuenta pendiente consigo misma y Mariana se encarga de excavar en esa herida abierta, porque ella misma es un personaje resentido y pronto a agredir verbal y físicamente a cualquiera que se le tuerza en el camino.
Un acierto el hecho de que en un momento dado se ofrezca al espectador el truco del movimiento de los muñecos, bajo pretexto de una discusión entre Mariana y sus dos manipuladores, uno de ellos abandona su labor y se hace la luz en escena. Se puede observar en ese momento la maestría de los actores verdaderos que mueven las marionetas, la dificultad de sus maniobras y la técnica tan depurada y ejercitada que poseen para configurar con semejante naturalidad el movimiento de muñecos inertes. Además del trabajo físico-técnico, supone un trabajo actoral digno de mención pues la voz, la entonación y la intención la ponen esos pedazos de artistas, que no por permanecer en la sombra brillan menos.
La calidad técnica del espectáculo es indiscutible, pruba de ello es que han recibido muchos premios como compañía. Sin embargo el guión se nutre de demasiados tópicos y sirve en bandeja los chistes impidiendo que los espectadores elaboren su parte.
Hay interacción con el público. Mariana baja a buscar hombres atractivos que le sirvan para hacer un número en directo. El espectador elegido es tratado como una marioneta más, manipulado por otro actor. Se produce otro momento de gran comicidad.
Destacar finalmente el juego de luces que enriquece y apoya todo lo que ocurre en escena. Genera ambientes físicos y emocionales y produce la magia del engaño mediante el que es posible creerse la vida de los muñecos.
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