Jul 2 2018

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, 01/07/2018.  Málaga por su Farola.

Texto: Francis Mármol l  Fotos: Alfonso Millán Quintana

Un nuevo texto, un nuevo homenaje a nuestra Farola. Francis Mármol es periodista y autor de varios libros sobre flamenco. Se suma con esta divertida historia, en la que la Farola es un personaje más, a esta defensa de nuestro paisaje. La fotografía es de otro artista inquieto y gran músico, Alfonso Millán Quintana.

Escribo esto de manera urgente desde el interior de mi habitación de hospital. Tengo escasos veinte minutos para decir adiós en esta especie de carta obituario. Pronto apagarán la luz para no volver a encenderla hasta la previa de mi antesala al otro mundo, antes del alba. He conseguido estar este rato a solas después de que hoy desfilara por aquí toda mi familia para darme algo parecido a un último adiós y soltar muchas lágrimas de cocodrilo por mí. Lo sentiré un poco por mis hijos, que todavía tengo al chico que por mucha universidad de pago que le doy, creo que nunca va a valerse por sí mismo. Y menos teniendo en cuenta cómo le trata su madre; como si fuera un inútil.

Lo voy a sentir por Teresa, sobre todo, que me ama tanto y tan firme y que hoy, la pobre, no ha podido pasar por aquí porque estaba la lagarta de mi ex esposa. La que más se está frotando las manos ante el día de mañana, pese a que no sabe a estas horas que tiene mi cariño precintado en el testamento. Ella será la más feliz cuando las flores me cubran y la tierra ya no me sea leve.

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, La operación de mañana es a vida o muerte. Pero el médico hoy me cogió aparte y me dijo que las posibilidades de que salga con vida de ésta son muy pocas. “Nulas”, me repitió. Le he agradecido la sinceridad pese a que esto me colocaba en una posición difícil de cara a mi familia, que yo creo que se huelen, os olíais, algo porque como digo hoy todo lo que me dijisteis sabía a despedida final.

Desde este hospital, casi a oscuras, se cuelan de vez en cuando los haces de luz de La Farola. Y a mí me recuerdan ahora mi niñez, de la mano de mi padre, cuando íbamos a los ventorrillos de La Caleta, que no era más que un roquedal. Allí almorzábamos pescao recién traído de la lonja y yo siempre le pedía a mi padre una Mirinda, que escasas veces me servían fría. Allí nos pasábamos las horas hasta que atardecía y yo veía como La Farola se crecía en su presencia como si fuera un gigante y su luz, cuando Málaga apenas tenía alumbrado público, era la luz con la orientábamos la dirección de vuelta a casa.

Luces y oscuridad, ese era el camino. Y ésa es la vida. Un fragmento de segundo en la existencia del universo en que vives ese fogonazo de regalo y que cuando menos te lo esperas, va y se apaga y te llevan hacia la madriguera misma de la que saliste. De la cueva profunda de la nada. Luz y sobre todo oscuridad. Eso somos. Allí voy.

Aquí me hallo pensando y escribiendo para dejaros esto casi como testimonio secreto (espero que no lo lea vuestra madre, repito) para deciros que no sé si he sido el mejor padre, pero que sí lo he intentado. Todo lo hice con esa intención y seguro que no todo lo mejor que podía pero sí todo lo convencido que sabía. Perdonadme todas las noches que desaparecí con Teresa. La manera en la que puse punto y final a la historia de mi matrimonio. No había otra forma de decir adiós que de esa manera tan poco estilosa. A veces en la vida, no queda más remedio. Ya lo comprenderéis.

Espero Ana que sepas encontrar a un hombre que te merezca. Creo que eres lo mejor que he hecho en este mundo y creo que estás preparada para ser lo que quieras. No creas nunca al hombre que cuando salgas con él la primera vez no te deje pasar primero cuando entréis a un restaurante. Ésa será señal. Hazle caso a tu padre.

Miguel, a ti poco puedo decirte que no te haya dicho ya. Olvidada queda por mi parte, aquella vez que te sorprendí consumiendo cocaína con tus amigos en el dique de Levante, en aquel coche desvencijado y con aquella música infame que yo pensaba que era de unos yonquis que se estaban metiendo algo peor y al final resulta que era de tu amigo Santisteban. Siento también el espectáculo de que conocieras a mi novia de entonces allí mismo, cuando te sorprendí. No sigas haciendo el tonto. Disfruta de la vida pero no te la bebas a sorbos largos. Terminará por cansarte todo.

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, A ti Teresa te mando mis mejores deseos. No olvidaré nunca aquella tarde en la que te conocí en las clases de yoga de los Baños del Carmen. Nunca hubiera pensado que una mujer fuera de plastilina como tú ni que a mi edad yo pudiera tener un sexo tan placentero (perdonad hijos pero ya no tengo que cortarme). Has sido una bocanada de aire fresco en mi vida y en la cuenta corriente que abrimos juntos verás mañana un regalo que seguro te alegrará los días en mi ausencia. Por favor, no te hagas más tatuajes. Una chica tan fina como tú acaba por parecer una señorita de esas solícitas que salen en la tele. Y tú no eres de ésas.

Nunca olvidaré la noche en el Club Mediterráneo donde te besé al borde de la oscuridad de la pista de pádel mientras la Farola estaba de testigo. Nunca sabré qué viste en mí pero sí lo dichoso que me hiciste. Aunque ahora estoy más seguro aún de que estarás hecha polvo y recordando cada viaje que hicimos a la Polinesia.

Por último deciros que no se trata de que me recordéis como un hombre que al menos conservó la gran herencia de la familia y no la quemó a la manera de la que habéis visto que han hecho mis hermanos. Algo más debilitado dejo el patrimonio que recibí de mis padres pero creo que es el suficiente para que viváis holgadamente y sepáis distinguir lo bueno de lo malo y nunca abráis la mano de manera ostentosa, que nunca las riquezas fueron amigas del gasto. Ya sabéis las casas de Marbella tendréis que dividíroslas y mis coches pues ya os dije que tenía ilusión porque Teresa condujera mi favorito y los otros Volvo fueran para vuestra madre y para ti, Manolo.

Bueno, ya me va doliendo la espalda de escribir. Tanta quimioterapia me ha dejado sin fuerzas en los últimos meses. Ahora ya casi no veo la luz de la Farola cuando me aprieta el dolor.

Os dejo y os deseo que seáis muy felices. Está todo por escrito ante notario.

Sed buenos.

12 horas A.M del día siguiente, Hospital Parque San Antonio

-¿Puede escucharme?

-Sí puedo.

-Ya vino su familia y se llevó las cartas que dejó a su nombre en la recepción anoche.

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, -¿Con quién hablo? ¿Eres acaso un espectro?

-No, soy la enfermera de guardia. Siempre me toca a mí el domingo. ¿Está usted cómodo en esta cama? Son de las nuevas.

-Vengo a traerle esta carta. Según me dijo el doctor García ayer noche tuvo que pedirle a su ex esposa que se decidiera por firmar la autorización de la eutanasia, si lo de hoy se complicaba, y ella se negó de pleno.

-Claro, cómo va a querer, ella sabrá ya que en la herencia sale mal parada. Lo daría todo por tratar de negociar todavía algo más conmigo, pero estuve fino al casarme por bienes gananciales. Creo que es lo único que hice bien con ella. ¿Pero dígame, yo no salía de esta? El doctor me dijo que era mi última noche. ¿No me han operado finalmente? No me encuentro tan mal.

-Sí, sí le han operado. Pero a mí el doctor que estaba de guardia me dijo que había salido todo correcto, que había extirpado el tumor mejor de lo que esperaban y que él no encontró nada de metástasis. Ha salido usted de la oscuridad en la que se encontraba parece. Y ya le digo que su mujer lloraba como una magdalena anoche cuando lo de la autorización. No la veía yo cabreada precisamente. Esa mujer parece que le ha querido.

-No se equivoque usted. Ella es muy peliculera. Siempre se ha manejado muy bien entre el drama y la comedia. Mejor en el drama, de hecho. Es una especialista.

-Usted sabrá. A mí sus lágrimas me parecieron sinceras.

-Bueno, ¿entonces no me muero?

-Pues parece que por lo pronto, no.

-Pues acérqueme usted el teléfono fijo de la mesita, que estoy dolorido por todas partes y me cuesta hasta hablar. Llamaré a Teresa. Pero antes abriré esto que me trae.

(Lee)

-Señor Miguel,

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, Soy el doctor García. Le escribo de parte de Teresa, que no se quiere hacer cargo. Usted ahora ha superado una prueba a vida o muerte, pero no sabe por qué. Ayer finalmente no me dejaron operarle pese a que era mi turno. El doctor Espinosa decidió que él, que tantas veces lo había atendido era el oportuno para intentar salvarle in extremis. Tiene usted un buen amigo en ese borrachín. El director le dio ese privilegio y dos horas después de las seis de la mañana a las que usted entró a quirófano, yo sabía que usted había salido muy bien del escollo. Nunca sabrá usted cuánto le debe a su amigo Espinosa.

Ahora espero que encaje mejor este golpe. Porque la vida ya sabe que es más peligrosa que la muerte. Teresa, su amante o su novia, como la quiera llamar lleva un tiempo siendo a la vez mi amante. Hoy mismo hemos decidido poner tierra de por medio e irnos a la Polinesia. Allí tengo un lugar donde trabajar un tiempo, en una clínica en la que yo estuve como residente cuando estudiaba en los Estados Unidos. Le insistí demasiado anoche para que no tocara el dinero que usted le había ingresado en su cuenta. No me hizo caso y ha decidido pasarlo a otra suya.

Le escribo todo esto a espaldas suyas y sabiendo que aunque no le queda mucho de vida, porque ha ganado tiempo solamente, le aconsejo que se arregle con su esposa si aún la quiere algo. Jamás he visto a una mujer llorar como ella lloraba ante la posibilidad de darle a usted una muerte digna, ante la que yo le colocaba en el día de ayer. Ya le digo que su amigo Espinosa...

No voy a pedirle comprensión ni nada parecido. Es para que no se haga otras ideas de dónde ha ido Teresa y deje de atosigarla. Ella dice que usted es un pelmazo y que solo la quiere para acostarse con ella. Y que usted es un torpe y no sabe hacerla disfrutar.

Ya le digo que a estas horas vamos camino del otro punto del mundo en un avión. No haga tonterías que no irán a ningún sitio.

La Farola, Francis Mármol, Málaga por su Farola Alfonso Millán Quintana, Descanse y no piense demasiado. La vida tiene estas cosas.

-Por favor, enfermera ábrame la ventana, me ahogo.

-Sí, sí, ahora mismo. ¿Qué le sucede?

-Nada, nada, de la operación que tendré fiebre y estoy soñando. Menuda pesadilla.

De repente sin darse cuenta ni de sus movimientos, Miguel sacó la cabeza por la ventana y vio allí al frente La Farola. Por un momento era lo único que veía y la veía todavía encendida a plena luz del día.

-Sin darse cuenta ni de dónde estaba ni de qué decía atinó a rezongar algo:

-Señorita por favor, tráigame una Mirinda.

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