Feb 11 2015

La Plaza del Diamante. Lolita Flores en el Teatro Cervantes.

La Plaza del Diamante. Lolita Flores. Teatro Cervantes. XXXII Festival de Teatro de Málaga. 10/02/2015. Teatro Cervantes. XXXII Festival de Teatro de Málaga.

Texto: Rosa Parra Fotos: Daniel Pérez / TC

Paseamos La Plaza del Diamante de la mano de Lolita Flores

La interpretación de Lolita Flores, en un monologo de hora y cuarto, impresionó e impactó de tal manera al auditorio que al finalizar, el público aplaudió en pie, con gritos de bravo y la estuvo ovacionando varios minutos.

La obra de Mercé Rodoreda adaptada por Carles Guillén y Joan Ollé, quién también la dirigió. Musicada por Pascal Comelade e interpretada por Lolita Flores fue un éxito el martes en el Cervantes.

La Plaza del Diamante. Lolita Flores. Teatro Cervantes. XXXII Festival de Teatro de Málaga. El aforo permitido por la productora estaba al completo. Me consta que se han quedado muchas personas con ganas de asistir pero sin entradas. La intención de la compañía era la de un espectáculo íntimo, para nada masificado, para favorecer un clima cercano, como una de esas historias que nos cuentan nuestros mayores al calor de la lumbre. Pero el intimismo se excedió por parte de la productora, no permitiendo la presencia de informadores gráficos en la sala. No obstante de esta prohibición, hay que agradecer a la jefa de sala del Teatro Cervantes su buen hacer y profesionalidad, calmando los ánimos de los fotógrafos que no pudieron ejercer su cometido, de lo que no se había informado hasta última hora.

La obra es la narración en primera persona de un recuerdo de toda una vida transcurrida antes de la guerra civil española, durante la misma y después de ella. Fueron años de miseria, hambre y ebullición política, que desembocaron en la dictadura que detuvo el tiempo en España durante 40 años. La ilusión esperanzadora de una mujer de ese tiempo que más que protagonista es espectadora de su propia vida, como tantas vidas de tantas mujeres de la época que eran marionetas en manos de una sociedad castradora y aniquiladora para todos, pero especialmente para todas.

Pues bien, esa vida llena de proyectos al principio, en la juventud, con todas las limitaciones sociales para una mujer, sus aspiraciones subordinadas a las de su pareja, su vida dirigida en función del matrimonio y la maternidad, contado con una naturalidad carente de resentimiento, asumida como algo consustancial al propio mundo, que a medida que las circunstancias políticas se van complicando, va truncando en una angustiante lucha por la supervivencia, en la que solo se atreve a imaginar el minuto siguiente, sin esperanzas de futuro.

Todo en la escenografía (en cajón negro, con un banco de madera y una guirnalda de luces de colores, que solo van adquiriendo color en momentos determinados del relato y que simula esa plaza del diamante barcelonesa donde campan las palomas, tan significativas en el texto) está en función de la interpretación y el buen hacer de la actriz, que brilla dentro de su foco, atrapando la atención del auditorio, el cual contiene la respiración en los momentos más dramáticos. Una interpretación creíble y empática. Si hay que ponerle algún pero, quizás el que sea demasiado plana, atrincherada en un tono triste, que no ha admitido muchos cambios de matices. Por lo demás, La Colometa, con su verdad y su autenticidad, se metió al público en el bolsillo.