12/01/2018. I Festival Folkquivir. Sevilla.
Texto: Ángel Becerra | Fotos: archivo Carina Linares
Engaitado de volver a escucharle
El pasado viernes 12 enero, asistimos al concierto que inauguraba el primer Festival Folkquivir celebrado en Sevilla, donde Hevia nos deleitó con un concierto íntimo.
Fue un sutil viaje por algunas de los grandes éxitos del gaitero asturiano que se iban mezclando con otros temas novedosos para el público andaluz, como su particular y ovacionada versión de la Suite Asturias de Isaac Albéniz. La última media hora del concierto fue especialmente emocionante al interpretar por primera vez en España algunos de los temas que estarán en su próximo álbum Al Son del Indiano, que se presentará en el mes de marzo y será una recreación del periplo que vivió la gaita asturiana en América de la mano de aquellos que emigraron desde Asturias a Latinoamérica.
Acostumbrados a ver a Hevia en grandes festivales como Lorient o en el concierto de Navidad del Vaticano, sabíamos que esa noche era distinta por la calidez que se podía crear en una sala de 350 butacas. Los músicos empezaron muy concentrados por la especial responsabilidad de tocar como trio, pero poco a poco fueron contagiándose del clima que se fue generando y que termino con un público entregado.
El primer descubrimiento de la noche fue el italiano Roberto Jonata que sin salirse del lenguaje clásico del piano es capaz de infundir a la música folk de una armonía y de una rítmica que no hace más que realzarla, sabiendo cuándo tomar protagonismo o cuándo quedarse casi en silencio, siempre con la idea clara del papel que tiene que tener el piano en ese momento. Al otro lado del escenario María José Hevia, pudimos ver como se ha convertido en una percusionista total. Aquella niña que aprendió a tocar el tambor de manos de Sabino Cifuentes ahora la vemos intercalando percusiones asturianas como la pandereta o el pandero cuadrado, con otros instrumentos tropicales, escoceses, irlandeses… Es el paradigma del percusionista que vive para la música, de esos que en lugar de dejarse llevar por la fácil floritura se vuelve un trabajador incansable para hacer que todo el conjunto musical brille y el escenario se llene con todo su ritmo.
En el centro, porque tiene que estar en el centro, Hevia. Como si no fuera a tocar nada, con sus flautas sobre la mesa y las gaitas al lado colgadas, hasta que las agarra para darles vida. Uno cuando va a verle en concierto sabe que va a ver y oír a uno de los mejores gaiteros del mundo, pero aun así, impresiona ver el dominio que despliega sobre un instrumento tan complicado como es la gaita. Si empezó el concierto coloreando la música con los distintos timbres de sus instrumentos, el final fue una lección magistral de gaita asturiana y de cómo se puede adaptar a ritmos tan exóticos como la salsa, el chachachá o el tango. No es de extrañar que el público andaluz acabase poniéndose en pie para aplaudirle, y no una sino en tres ocasiones. Obligando a Hevia a brindar un segundo bis en el que se luciría tocando uno de los temas más complicado del folclore asturiano para un gaiteru, el Floreo de Remis.
Lástima que obligaciones personales impidieran quedarnos para disfrutar del resto del festival y de las actuaciones de La Banda Morisca y de Eliseo Parra, porque fueron otras dos noches inolvidables.
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