21/11/2019. Cine Albéniz.
Texto: Javier Titos García | Fotos: Fancine
El pasado jueves 21 de noviembre tuvo lugar en la sala uno del cine Albéniz la ceremonia de clausura y la entrega de galardones de la 29 edición del Festival de Cine Fantástico de Málaga, organizado por la UMA. El único festival de cine fantástico organizado por una universidad en Europa echó el cierre hasta el año que viene premiando las distintas categorías a concurso y proyectando la película francesa Próxima, de la directora Alice Winocour, un homenaje a las mujeres astronautas, que se alzó con el Premio Especial del Jurado en la última edición del Festival de San Sebastián.
Todo lo bueno se acaba, y después de siete días ininterrumpidos de programación oficial el Fancine dijo adiós con una gala a medio gas que nada tuvo que ver con la ceremonia de apertura. Las gemelas Raquel y Virginia Naranjo, exconcursantes de Masterchef, fueron las encargadas de presentar la ceremonia, y aunque le pusieron ganas se notó desde el primer momento que se sentían fuera de lugar. A alguien le debió parecer buena idea encargarle a las dos participantes del conocido reality la tarea de llevar el peso principal de la fiesta de clausura, y puede que haya justificación si reparamos en el lema de esta edición: “Lo que no mata engorda… y además, aburre” y la verdad es que en comparación con el torbellino cómico que imprimió en la jornada inaugural la actriz Yolanda Ramos, la gala fue sosa y solo se salvó por el desternillante video que realizó la organización, en el que, usando como hilo conductor imágenes de la película El Resplandor de Kubrick doblada al alemán y subtitulada con una comicidad desternillante, se hacía referencia a todo lo vivido en estos días de festival, entre proyecciones, talleres, charlas, conciertos y concursos. Hubo tiempo para un reto de comer hamburguesas y también para la aparición estelar de un numeroso grupo de niños, que saltaron al escenario mostrando garras y dientes de formal teatral aportando frescura a una gala que funcionaba por momentos aunque nunca llegó a despeñarse.
La entrega de premios en un festival de cine supone, en la mayoría de las ocasiones, un cúmulo de sensaciones contrapuestas para el periodista que ha asistido a la proyección de las películas a concurso, porque los jurados son cada uno de su padre y de su madre, y a veces no se entiende cómo ciertas películas han podido resultar galardonadas. Pero así es el mundillo de los festivales, hay opiniones para todos los gustos, y aunque en general no estoy muy de acuerdo con la mayoría de los premios aquí va el resultado final de un palmarés en el que a este humilde servidor se le quedó cara de idiota cuando un día antes de la gala el departamento de prensa nos facilitó la lista con los ganadores. Procedamos pues a enumerarlos y a analizar cada caso.
La película franco-brasileña Bacurau, dirigida por Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho, fue la ganadora del Premio Universidad de Málaga al mejor largometraje de este año, otorgado por el jurado oficial del certamen. La cinta, ambientada en un pequeño pueblo carioca abandonado a su suerte por el gobierno central y cuyos habitantes están siendo atacados, se ha alzado con el máximo galardón del palmarés, dotado con 9.000 euros de premio. Su singular visión acerca del futuro inmediato del problema del agua y su control, además de la mezcla de géneros, combinando el western, el realismo mágico, el cine social y la comedia de una forma sarcástica, han sido los motivos que han convencido al comité, formado por un quinteto de profesionales del ámbito audiovisual en el que se encuentran la actriz Diana Peñalver, la productora Inés Nofuentes, el realizador galo Julien Seri, el coordinador del Festival de Trieste Lorenzo Bertuzzi y el ilustrador Ignacio Pérez, en representación del fotógrafo Bernardo Pérez, que por motivos médicos no se pudo incorporar al grupo.
Y con esto uno se queda a cuadros, porque la cinta da la sensación de estar a medio cocinar y que se ha valorado sobre todo su propuesta desquiciada, que en la primera parte del film funciona, pero que va haciendo aguas conforme avanza el metraje. Tenía muchas expectativas puestas en esta cinta, pues fue premiada en Cannes y en Sitges, y la verdad, sin parecerme una mala película, me dejó un poco frío, indiferente. Sobre todo teniendo en cuenta que concursaba una producción danesa que a pocos gustó pero que a mí me pareció una pequeña joya, Koko-di Koko-da, dirigida por Johannes Nyholm, una desasosegante cinta sobre la sanación de una relación de pareja después de un duro golpe vital a través de un endiablado juego de experiencias siniestras que se repiten, y con unos momentos estelares donde la narración se lleva a cabo con unas secuencias desarrolladas en un pequeño teatro de sombras chinescas. Una pena que no se llevara nada, la música era maravillosa.
Fue para Richard Stanley, por su adaptación de un relato de Lovecraft en Color Out of Space, que también se lleva el Premio a los Mejores Efectos Especiales. Queda demostrado que la industria se resiste a regalarnos una cinta basada en las historias del maestro del terror norteamericano que no acabe cayendo en el humor ridículo, y gran culpa de esto la tiene Nicholas Cage, que durante la primera parte de la película está correcto, pero que cuando agarra un arma parece que solo puede hacer de sí mismo, una pena.
Ha sido para Imogen Poots por su interpretación en la inaugural Vivarium, interesante propuesta, mientras que el de mejor actor ha ido a parar a Jean Dujardin, que soporta el peso principal de la trama de la genial Deerskin. La comedia dirigida por el realizador francés Quentin Dupieux también atesora otra estatuilla más, la de Mejor Guion, que reconoce la divertida y alocada historia en la que un hombre se obsesiona con su chaqueta de piel de ciervo. Para mí otra de las cintas que podría haber ganado el premio principal del festival. Para terminar con la sesión oficial de largometrajes, Little Joe, de la directora austriaca Jessica Hausner, una revisión estilosa del clásico La invasión de los ladrones de cuerpos protagonizada en este caso por una flor, se hizo con dos distinciones: Mejor Banda Sonora Original y Mejor Fotografía por el trabajo de Martin Gschlacht.
El Jurado Joven de Fancine 2019, compuesto por cinco estudiantes de diferentes universidades públicas andaluzas, ha decidido conceder el máximo galardón en la categoría de Imagen Real, dotado con 3.000 euros, a la cinta italiana Aquarium, del realizador Lorenzo Puntoni, sobre un ataque terrorista durante una clase de natación. Técnicamente perfecta, pero floja en su tramo final. En animación, la obra ganadora ha sido The Bird and the Whale, dirigida por Carol Freeman, un ejercicio de preciosismo tan espectacular como vacío, que pasó por encima de otras propuestas más interesantes y que se lleva la misma cuantía económica. Asimismo, este comité universitario otorgó el premio RC Service a la Mejor Fotografía, con un crédito de 1.500 euros para invertir en alquiler de cámara de cine digital, a la producción española Bailaora, de Rubin Stein, una propuesta arriesgada y original que debió llevarse también el premio a mejor 
cortometraje. El fallo de este jurado ha incluido además la distinción Méliès de Plata a Best Friend, muy buena pieza de animación con mensaje sociológico, un cortometraje dirigido conjuntamente por Nicholas Oliveri, Shen Yi, Juliana de Lucca, Varun Nair y David Feliu que representará a Fancine en el premio Méliès de Oro al mejor cortometraje europeo fantástico.
The Golden Glove, brutal, cruda, que firma el afamado realizador Fatih Akin, se alza con los 1.000 euros del Premio del Público al mejor largometraje de la sección oficial. Gustó mucho, era de esperar, y si hubiera resultado ganadora del festival a nadie le hubiera extrañado. En la competición de cortometrajes, los elegidos por los asistentes por mayor acumulación de votos del público han sido Wild Love, una disparatada comedia de animación protagonizada por castores que perpetran una cruel venganza contra unos excursionistas, y la española Your Last Day on Earth, una propuesta de ciencia ficción concienzudamente chapucera dirigida por Marc Martínez Jordan. Ambas piezas obtendrán una recompensa económica que asciende a 500 euros por cada modalidad.
Por último, crítica y jurado coinciden en su veredicto y el Premio Gato Rabioso, un galardón honorífico que concede la prensa acreditada en cada edición, ha sido para Bacurau, que hace doblete en el palmarés. No lo entiendo, pero como dije antes: Para gustos colores.
Pues eso fue todo, un año más el festival nos ha regalado nueve días de actividades y proyecciones que por derecho propio deben considerarse como una de las citas culturales más importantes que los malagueños podemos disfrutar en nuestra ciudad. Dentro de doce meses el Fancine cumplirá treinta ediciones. Cómo pasa el tiempo.
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