En este proyecto ha colaborado la dirección, el personal laboral, el profesorado y el alumnado del IES Christine Picasso.
Concretamente alumnos de 2º y 4º de ESO, que han intervenido en la realización de 9 pinturas de gran formato (paneles de 244 x 122 cm.). En estos paneles había pinturas de otro proyecto inacabado, pinturas de palmeras, con las que decenas de manos de alumnos de distintos colegios e institutos habían intervenido durante la II Bienal de Arte y Escuela. (Antigua Azucarera de Torre del Mar, mayo de 2016) Partíamos por tanto de material ya elaborado.
Los paneles eran pues el registro de una experiencia pictórica similar a la que pretendíamos poner en marcha. Pintar a varias manos una superficie, a partir de una idea propuesta por el artista; pautas y consignas que el alumnado tenía que interpretar de un modo aceptable para el bien de la coherencia ( y potencia expresiva) del resultado final. Hay que decir que el alumnado participante comprendió perfectamente la idea.
Si en la antigüedad se borraron para la escritura pergaminos ya escritos —hoy empleamos los términos reciclar o reutilizar– esta acción constituye un Palimpsesto contemporáneo. En nuestra experiencia, como fue también en los antiguos pergaminos, las líneas de lo borrado persisten bajo las líneas nuevas.
Para la coexistencia de la imagen nueva y la imagen subyacente, nos servimos en exclusiva de movimientos lineales, a modo de surcos paralelos, que dotaran a las pinturas de cierto aspecto paisajístico. Sin definir o concretar nada que pudiera significar o representar elementos del mismo. La línea en estado puro, guiada por el pulso -y el impulso- de la mano en movimiento. Así dibujamos los surcos (en latín = VERSUS) que configuran la escritura plástica, la poética del VERSO; las líneas, en su corriente rítmica, su fluir y significación, con la sola presencia y extraordinaria fuerza del blanco y el negro. Con ello evitamos interpelaciones cromáticas excesivas, reforzando la expresividad del campo pictórico, ocupado exclusivamente por elementos de dirección, fuerza dinámica y contraste. Cada mente y cada mano aporta diferentes respuestas y soluciones a la obra, en ejecución constante, distintos grados de dinamismo, o de exactitud, que los chicos y chicas calibran en acuerdo permanente con los compañeros de pincel. La obra se configura como una obra colectiva en la que se enfrentan y a la vez se complementan los impulsos.
No podemos considerar estas pinturas colectivas como cuadros acabados, sino como el estado de un proceso en ejecución.
Se presentan junto a estos paneles, tres obras de Fernando de la Rosa, pinturas en las que conviven en el lienzo cuadros de hace años con los de hoy y que ahora son uno solo.